Frente a la presión que enfrentan algunos equipos por sus bajos resultados, muchas veces se pone en riesgo la relación entre ellos si no se cuida la unidad y las actitudes de los jugadores.
Esta semana vimos a varios futbolistas peleándose al salir y entrar al campo. Es obvio que si dos integrantes del mismo equipo se ofenden mutuamente, la colaboración necesaria para lograr los resultados jamás se logrará. No hay que confundir esto con levantar la voz para exigir esfuerzo o llevar al equipo a otro nivel. Cuando la queja es una ofensa verbal o un ataque físico, se manifiesta un ‘rompimiento del vestidor’.
Técnicamente un ‘rompimiento del vestidor’ significa que se debilita el contrato psicológico. ¿Qué es el contrato psicológico? ¿Por qué es vital fortalecerlo? Un equipo que tiene una visión compartida; una meta clara, que se esfuerza, que se apoya en las buenas y en las malas, que aporta lo mejor de sí para impulsar a los compañeros, que mantiene la conexión y el apoyo al técnico aún en situaciones adversas, manifiesta que tiene un buen contrato psicológico.
He vivido varios rompimientos de técnicos con sus equipos, esto se da cuando se pierde la confianza de que el jugador está dando el 100 por ciento o cuando los miembros del equipo perciben que su técnico no está calificado o no entiende al jugador.
Cuando esto sucede y el técnico no tiene las habilidades para recuperar el grupo, no hay futuro para ese equipo. Inclusive he visto y he sabido de dueños de equipos que quieren resolver el asunto metiéndose en el vestidor, lo cual no contribuye con nada.
El efecto que se genera en el jugador cuando se viola este contrato es el resentimiento hacia el equipo mismo y hacia sus compañeros. Ese resentimiento lo lleva a la rutina y a la apatía, actitudes que se convierten en una espiral descendente.
La forma de rehacer el contrato es a través del diálogo: clarificando expectativas comunes, aceptando cada quien su responsabilidad y estableciendo nuevos compromisos que favorezcan la conexión y el sentido de equipo. Se
requiere humildad para llevar a cabo este proceso.
Para mantener vivo el contrato psicológico, es importante también observar las señales que dan los jugadores y no pasar por alto situación alguna de desconexión. Mientras más rápido se dialogue y se exploren situaciones
de conflicto, más fácil será resolverlo.
Cuando dejamos que las actitudes tóxicas crezcan y se contagien a otros jugadores se vuelve más complejo resolverlo.
El contrato psicológico aplica en todas las esferas de la vida: en la pareja, con los hijos, los amigos y, por supuesto, en el ámbito empresarial.
Procuremos cuestionarnos sobre cómo está nuestro contrato psicológico en los grupos a los que pertenecemos y acerquémonos a la gente con la que colaboramos a través del diálogo y la clarificación de expectativas. ¡Que no se rompa el vestidor!
“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”.