Esta semana el Barcelona perdió 3-0 frente ala Roma y quedó eliminado de la Champions League. No haremos leña del árbol caído, pero el equipo no jugó como normalmente nos tiene acostumbrados. ¿Fue un milagro? La Roma dio un partido fuera de serie, sin duda.
Cuando equipos grandes pierden de esta forma, aún con una importante ventaja en el primer partido, nos dan un buen pretexto para explorar cómo es que los jugadores pueden perder su mejor versión, tema del que ya hemos escrito en esta columna.
La prensa en España lo ha considerado un ridículo después de tener una ventaja de 4-1, pero en realidad han sido contrarrestados; no se trata de un milagro.
Algunas de las variables que podemos analizar en los equipos que pierden en situaciones como ésta se mencionan a continuación.
En primer lugar, está el hecho de relajarse por la ventaja. Pese al gran profesionalismo de los jugadores, es viable que, al iniciar un partido con una diferencia tan importante, se vea afectada su determinación ante cada jugada, cada pequeño detalle. Mientras que los oponentes se esfuerzan al doble en cada oportunidad.
No me refiero únicamente al momento del partido, sino en lo que pasa en la semana de preparación; si en los días previos se relajan física y mentalmente, aunque sea un poco, es difícil que en el partido se logre dar el máximo esfuerzo. A veces es imperceptible, pero ocurre.
El segundo aspecto es ceder el protagonismo, el equipo que pierde hará lo máximo para buscar la remontada desde el primer minuto porque no tiene otra salida. Caer en su juego o en su ritmo es un factor de gran peligro porque implica perder la fórmula original con la que se ganó en primera instancia. El mantener siempre la propuesta resulta fundamental.
Una tercera variable es permitir que el rival genere ‘momentum’, es decir, que ante el primer gol de la remontada genere la confianza necesaria y la credibilidad que los lleve a ilusionarse y darse cuenta de que pueden lograr la hazaña. La fuerza con la que se responde en este tipo de situaciones implica una motivación
enorme en el equipo contrario, que ya a la hora del juego es difícil de manejar, por ello se habla de que los equipos chicos se crecen.
Queridos lectores, no importa si estamos en el camino del éxito, jamás relajarse, seguir dando siempre el máximo esfuerzo, no permitir al otro tomar el protagonismo ni ceder el ‘momentum’ son elementos clave para mantener el camino del éxito.
En cualquier ámbito de nuestra vida, pensar que ya llegamos al éxito es la mejor forma de perder la inercia y empezar a perder. Mantengamos el ritmo, la exigencia y la propuesta en nuestros campos de acción.




