Otra vez nos encontramos ante la narrativa de las expectativas no cumplidas. Quedamos en primer lugar del Grupo A con dos triunfos y un empate en la Copa de Oro y no hay manera de sentirnos satisfechos.
Las críticas a la Selección Mexicana no cesan: "Que no se ha hecho mayor cosa, que falta ofensiva, que no hay funcionamiento colectivo, que no es consistente, que el esfuerzo no se traduce en triunfos, que el rendimiento individual de los jugadores no responde a las expectativas que se tienen de ellos. Que esta Selección no logra dar confianza porque no somos contundentes ni se aprovechan las pocas oportunidades de anotar".
Desde la psicología deportiva, un contexto como este en el que incluso ganando no se logra satisfacer las expectativas de la afición y de los medios, puede tener implicaciones importantes tanto en el rendimiento individual como en el colectivo.
La selección carga con una expectativa nacional desmedida, casi simbólica: no solo se le pide ganar, sino "gustar, golear y convencer", incluso contra rivales menores o en fases tempranas de torneos.
Una posición como esta puede generar frustración, desconexión emocional con el entorno y una posible sensación de "jugar con miedo a fallar", más que disfrutar o jugar por un propósito mayor o por orgullo.
Cuando el esfuerzo no se valida ni se reconoce, aunque se cumplan objetivos (como liderar el grupo), se rompe el ciclo natural de motivación y se puede propiciar un desgaste emocional y una posible desconfianza en el proceso interno del equipo.
¿Qué se debe hacer hacia adentro del equipo?
1. Construir una narrativa interna sólida:
Que no dependa de lo externo: "Nosotros sabemos quiénes somos, qué estamos construyendo y por qué importa."
2. Blindaje emocional:
Entrenar a los jugadores para filtrar o manejar las críticas sin que afecten su rendimiento. Aprender a distinguir las expectativas irreales de fuera vs las propias.
3. Fortalecer el reconocimiento interno:
Capitalizar lo bien hecho entre compañeros y cuerpo técnico.
4. Reconectar con el propósito colectivo:
Volver a valorar lo que nos motiva, el prestigio personal, la familia y la camiseta de México más allá del resultado inmediato.
Estimados lectores y lectoras: Cuando un equipo vive bajo el ojo del huracán constante, se vuelve urgente cambiar el foco: del "gustar al público o a los medios" al "ser congruentes con su identidad y proceso".
Con o sin aplausos, el verdadero valor está en construir una cultura de trabajo que dé sentido a cada paso, incluso si el entorno es adverso. Vale la pena centrarse en las fortalezas y a partir de ellas, construir a un equipo ganador. En la familia y el trabajo, cuidemos que las expectativas con nuestros hijos y colaboradores sean un motor que los ayude siempre a mejorar. Reconocer lo que se haga bien para seguir construyendo un mejor desempeño.
"Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito".




