Porque se tenía que decir…
El dilema que dejó Martín Anselmi en Cruz Azul se parte en dos caminos para elegir al nuevo técnico, rutas en las que los últimos finalistas de Liga MX sirven como ejemplos: seguir la esencia de un proyecto deportivo en el que la estructura es prioridad sobre lo individual, al estilo del América, o ir por un nombre mediático, de prestigio aunque no tenga el perfil del sistema, sino que necesita construirse alrededor sobre la marcha, como hace Rayados. Cualquiera es válido, pero uno es mejor.
La alta esfera de La Máquina se ha propuesto tener esta semana al elegido; justo después del partido ante Tijuana será lo ideal. Los dos caminos están trazados: el que propone la dirección deportiva, con un perfil similar al de Anselmi, o el más mediático que han conseguido los asesores cercanos a la presidencia celeste.
El lado deportivo de Iván Alonso apuesta por Diego Alonso, Diego Milito y Renato Paiva, en ese orden, por sencilla y poderosa razón: encajan en el perfil para darle continuidad al proyecto que inició con Anselmi. ¿Qué implica? Nada más tener mayor posibilidad de que la inversión invernal de 75 millones en refuerzos tenga más posibilidades de ser aprovechada como lo proyectado desde el principio.
Guillermo Almada es el candidato ideal para esta dirección, pero al no estar libre sino hasta después del Mundial de Clubes en el verano, sólo un milagro mantendría a Vicente Sánchez para aguantar lo que resta de torneo. Luce inviable.
Del otro lado está la propuesta que Éder Velázquez y Gilberto Palafox, asesores e intermediarios cementeros, han puesto en la mesa de Víctor Velázquez, un nombre lustroso y atractivo para la afición tras su tremendo éxito en Colombia: Efraín Juárez. Atractivo.
¿Qué elegirías para Cruz Azul, continuar un proyecto al estilo del América campeón o apostar por un personaje mediático aunque no encaje en el perfil al estilo de Rayados? La respuesta me parece lógica. ¿Lo será para La Máquina? Veamos.
…y se dijo.




