Carlos Ponce de León
Director de Marca, experto en futbol nacional e internacional. En su columna tendrás un análisis veraz y oportuno.
Juicio imposible, pero necesario
El día que podamos juzgar sin margen de error las intenciones del otro es que habremos alcanzado la perfección como sociedad. Estamos a años luz de distancia. Podemos opinar, eso sí, y especialmente en un espectáculo como el futbol profesional, a través de la interpretación de las acciones, de lo que vemos y escuchamos en la cancha. Ahí debe radicar el juicio de la lesión de Brian en jugada con Gallardo.
Se podrán sancionar hechos, lo apreciado y que tiene constancia: los empujones y acciones intimidatorias de Gallardo y otros rayados; sus reiteradas faltas sobre Brian, incluso sin balón de por medio; los gritos y ademanes de la banca regia, de eso sí se pueden mostrar pruebas en video y audio; deberán ser contundentes para tener efecto.
Sin embargo, la acción clave del debate, la que provoca la lesión, vivirá por la eternidad en el mundo de las intenciones, sin esa imposible y utópica prueba fehaciente de que el rayado quería lastimar al americanista. Con este insalvable, sólo nos llenamos la boca de opiniones sesgadas por los colores o por la reacción que instintivamente brota al ver la jugada, y que gritamos al calor con golpes de pulgar contra la pantalla del celular. Al regio nada lo podrá castigar por el daño físico, porque no existe ni existirá prueba válida de su propósito.
La calentura del América es natural, se llenó de lesionados, Rodríguez es uno más de los elementos clave que seguramente se perderá el torneo, y de ahí se entiende la reacción, del uruguayo y de sus compañeros como Jona. La directiva está que echa lumbre.
Eso sí, hay que aplaudir que no se quede callada, que acuse la falta de Fair Play, hay que ser ejemplo en un país en el que 93% de los delitos no son denunciados, hay que luchar contra una cultura social agachona, permisiva, temerosa a levantar la voz por las consecuencias o por el qué dirán.
Rayados salió a proteger a Gallardo, apelando también a las intenciones, pero como la acusación, esta defensa también es inútil, no se puede juzgar desde la voluntad del otro, porque no hay ser humano impecable, sólo sus intenciones, y ahí sí, resulta que todos somos perfectos, ¿no?
