Cuando vislumbramos el ocaso de Liga MX por ser más aburrida que otras opciones de entretenimiento en esta era digital, mejores y nuevas, como la F1 con el enorme Checo, el reencendido beisbol, hasta locuras como la Kings League, nuestro futbol responde con partidazos como el América contra León.
Este fue el primer partido en el Coloso de Santa Úrsula del pequeño Alex, mi sobrino de 11 años recién cumplidos, irremediablemente americanista, primero por herencia, sus papás y tíos, sus primos, todos rendidos al amarillo, y ahora más, por convicción.
Pensé que la experiencia podría fallar, pero vivió algo extraordinario: ambiente de 37 mil personas en semana de vacaciones, juegazo de goles entre dos protagonistas de la próxima Liguilla, polémica y hasta pleito en la cancha y áreas técnicas. Drama, espectáculo. Salió conquistado a pesar de que no ganaron sus Águilas. Gritó como no lo había hecho junto a correligionarios de escudo en el corazón, aprendió cánticos y porras. Hoy es más americanista que ayer y eso suma.
A pesar del cúmulo de emociones, el reflector se lo robó el menos indicado: el árbitro, que al golpear a un futbolista desató un escándalo histórico y se llevó los comentarios de opinión pública, opacando lo positivo. Vendrá un castigo histórico para Hernández, pero el daño está hecho.
Nuestro arbitraje pasa por su peor crisis y con lo del 'Curro', silbante destacado en Liga MX con gafete FIFA desde 2018, que peleó por ir a Qatar, se evidencia que si no se arregla, se arrancan problemas de raíz, seguirá robando protagonismo a lo que debería ser el foco de atención, el balón. Hagan algo ya.
