Incansable, arriba de su bicicleta se sentía el gran Fausto Coppi, aquel monstruo italiano ganador de dos Tours de France y cinco Giros de Italia; no le importaba el clima, ni las condiciones del terreno, Vittorio, era feliz haciendo su trabajo, porque entregaba noticias para todos, aunque éstas no siempre fueran buenas. Por las mañanas daba miles de pedaleadas diarias llevando el correo por Savona, mientras el reconfortante viento que llegaba desde el mar de Liguria le llenaba los pulmones de energía para en las tardes poder entrenar con el equipo de la ciudad que jugaba en la Serie C del correoso Calcio.
Era un centro delantero potente de pelo largo y gran remate de cabeza que los fines de semana ayudaba en una vidriería. No se cansaba nunca y cuando la temporada de futbol terminaba, jugaba con el equipo nacional de carteros italianos que de vez en cuando tenía partidos internacionales. Uno de esos encuentros lo llevó a Praga, donde se enamoró perdidamente de Hana, a quien sin entenderle mucho, convenció de ir rumbo a la Península.
Llevaban una vida modesta, las prestaciones como ‘Il Postino’ solventaban las vicisitudes de lo cotidiano y por ello decidieron tener a Christian.
Si quieres leer la columna completa adquiere tu RÉCORD en tu puesto de periódicos o suscríbete a la edición digital dando clic en la imagen de abajo.
