Tigres, ¿cuándo no?, diseñó su equipo para ser campeón no de Liga, sino de Libertadores. Fue la primera vez que a Ferretti lo convencieron de que el torneo continental no era una pérdida de tiempo, sino una ganancia de prestigio y por ello invirtieron como están acostumbrados y le pusieron seriedad absoluta a un certamen que al final no pudieron ganar por nimiedades.
Plantel potente, repleto de seleccionados o de jugadores, en su mayoría, que alguna vez vistieron la camiseta de su nación. Suplentes de lujo que serían indiscutidos en cualquier otro equipo, elementos que debieron comer banca a pesar de tener recorrido válido y en ocasiones estelar dentro del futbol mexicano.
Un ejército sin fisuras y con el armamento más poderoso de nuestro país y quizá del continente que se vio obligado a poner todas las baterías en la competencia de cabotaje.
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