Cesare parecía destinado a trabajar en los rudos astilleros de Trieste o terminar como inmigrante en Los Balcanes, pero sus padres, eslovenos de nacimiento, aceptaron las rudas condiciones de un gobierno italiano que luego de la Primera Guerra Mundial y tras adquirir de manera definitiva ese puerto adriático que hacía frontera con el Reino de Yugoslavia ante la caída del Imperio Austrohúngaro, optó por expulsar a la gente que no siguiera las nuevas instrucciones.
Una de ellas era la lealtad absoluta al reciente régimen de Benito Mussolini, además se obligó a la ‘italianización’ de todas sus costumbres e incluso a cambiarse los apellidos. Por ello dejaron de ser los Maldi se y transformaron en los Maldini.
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