Tomó un riesgo deportivo, pero una seguridad económica que difícilmente algún equipo en su país habría apostado por entregarle a su edad. Con él, no existió tiempo de adaptación ni pretextos; a su lado, la polémica bizantina de los extranjeros y naturalizados que no otorgan diferencias abismales en el campo con respecto a un jugador nacional, quedó enterrada en la primera excavación.
Su calidad se puso al servicio del equipo desde el primer minuto y aunque mañana se vaya o lo decida hacer dentro de cinco años, su trabajo es un éxito marcado. Gignac gana en todas las comparaciones, en fuerza, en inteligencia, en técnica, en definición y en trabajo grupal. Es un delantero completo a quien por el momento el certamen le queda guango.
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