Paulo 'El Portugués'

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Opiniones, análisis y puntos de vista de los principales columnistas deportivos de RÉCORD. Entérate de lo que piensan los expertos del futbol mexicano y más.

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Fernando Chalana, el pequeño genio del Benfica le quitaba el sueño todas las noches. De grande quería ser como él, deseaba tener su pelo ensortijado, su arete de pirata, pero sobre todo sus movimientos de cintura para reventar columnas rivales. Paulo no era benfiquista, era ‘Chalanista’. En cuanto sonaba el timbre del recreo, salía enloquecido rumbo al patio y empezaba a volar como lo hacía su ídolo. Nunca le gustó el colegio, pero cuando tienes siete años jamás serás dueño de la última palabra.

En Montijo los vientos del mar de Palha, lugar donde desemboca el río Tajo enfrente de Lisboa, son bravos, curten los huesos y cuando se trata de jugar al futbol y buscar el dominio de la pelota, éstos son extremadamente traicioneros porque hacen que el balón caprichosamente apunte hacia cualquier lado; sin embargo, Paulo nunca tuvo problema con ellos, como sí le pasaba a la mayoría de sus amigos.

Hijo de José Paulo, un oficinista de escueto rango, y María Augusta, ama de casa; los Futre vivían en un casa muy pequeña. “Teníamos dos cuartos, en uno estaban mis papás y mi abuela, mientras que en el otro dormíamos en un sofá cama mi hermano y yo, no teníamos baño, pero a pesar de ello jamás me faltó un plato de comida, aunque fuera un pedazo de pan o un plato de sopa teníamos diario”, le contó a As.

Cuenta que su padre era un gran jugador de cartas y así como perdía, también ganaba; un buen día sumó una cantidad importante y lo primero que hizo fue construir un baño completo y abrir una ventana en la fachada del hogar donde puso un pequeño mostrador para que la abuela ‘matara’ los días vendiendo dulces.

Paulo era un fenómeno con el esférico, zurdo natural, veloz y con mucha soltura para el regate. Una tarde a la edad de nueve años le pidió a su vecino Rogerio, de diez, su credencial escolar. La necesitaba para jugar un torneo en donde sólo se podían registrar elementos de 10 a 13 años.

“Ganamos el campeonato, jugué muy bien y derrotamos a todos los equipos que el Sporting había mandado. Cuando celebrábamos, llegó el entrenador de ellos preguntando por Rogerio, mi padre y yo nos volteamos a ver y nos fuimos rápido; pensamos que se habían dado cuenta que habíamos hecho trampa con el registro y que nos quitarían el título”, contó en Punto Pelota. Al final lo que querían los hombres del club lisboeta era lo que sucedió meses después, reclutar a Futre en las prestigiosas divisiones inferiores del club albiverde.

Durante cinco años viajó diario en barco hasta la capital para entrenar con los leones. “Tardaba dos horas y media para llegar a la práctica. Regresaba a casa a las 11 de la noche y al otro día iba a la escuela. Estaba liquidado. Viajaba solo y varias veces pensé que el barco se hundía por las violentas mareas, después de eso jamás me volví a subir a una embarcación”, relató en Marca.

A los 14 años, el Sporting le extendió un contrato profesional, Futre debía vivir en el club y fue ahí cuando decidió dejar los estudios. En casa no gustó demasiado la medida y obligaron a Paulo para trabajara en sus horas libres. Entró en un taller mecánico donde sacaba golpes, pulía y pintaba los autos. “Llegaba y les presumía a mis amigos mi bata toda manchada de pintura, diciéndoles ‘ven, soy un gran trabajador’”, describió la anécdota en el Sol de su país.

Con el tiempo las electrizantes presentaciones del extremo izquierdo hicieron que su club lo registrara a los 16 años en la Primera División. “Entrenaba en las mañanas con el primer equipo y en las tardes con los juveniles, con quienes jugaba el fin de semana”.

Un año más tarde debutó y meses después fue convocado a la selección, siendo el más joven de la historia en lograr vestir la camiseta del equipo de ‘Das Quinas’. Con un solo torneo mayor, el Porto se lo llevó, esta situación provocó un sismo en el país. “No fui a Lisboa durante seis meses, los aficionados del Sporting me querían matar. Cuando llegué a viajar para allá debía ir con guardaespaldas, lo sintieron como una traición”, recuerda en su autobiografía “El Portugués”.

El asunto es que John Benjamin Toshack, entrenador del los Leões, le dijo que no lo utilizaría y por ello fue transferido. En Porto los días fueron de gloria. Futre deslumbró a Europa, se mostró como un jugador imparable por las bandas, con desborde y centros en diagonal retrasada que dejaban listos a sus compañeros para marcar.

Hizo historia al ser Campeón del Viejo Continente, tras derrotar en Viena al poderoso y favorito Bayern Munich de Jean-Marie Pfaff, Lothar Matthaus, Andreas Brehme y Dieter Hoeness. “Nadie daba un centavo por nosotros”, mencionó en Antena 3.

El Inter de Milán empezó a hacer los trámites para llevarse al lusitano, sin embargo había una cláusula, Futre debía dejar de jugar un año porque todos los portugueses varones en aquella época estaba obligados a realizar el servicio militar. “Entré en depresión, veía negra mi vida, pensé en dejar el futbol porque jamás podría volver a un buen nivel luego de abandonar la práctica”, describió para El País.

Desde Madrid, Jesús Gil y Gil, polémico personaje del Atlético, se jugaría con todo su candidatura a la Presidencia colchonera que estaba vacante por el fallecimiento de don Vicente Calderón; para ello necesitaba una bomba que convenciera a los socios. Su torpedo se llamaba Futre.

“Llegó un día antes de las elecciones y me dijo ‘así que tú eres Futre, bueno, pues qué quieres para ser jugador del Atleti”’. Le pedí casa con piscina, mucho dinero y un Porsche. A la mañana siguiente tenía un Porsche amarillo, que era el único de entrega inmediata que había en la agencia, jamás vi un coche amarillo, porque en Portugal ese color no se usaba”, se ríe en entrevista para RTP.

En el Inter estaban indignados, Futre se había ido en un minuto a España luego de que ellos llevaban meses con la negociación. Gil y Gil fue acusado de malversación de fondos y perseguido por Hacienda, nadie entendía cómo pudo pagar la segunda ficha más cara de la historia sólo detrás de la de Maradona del Barcelona al Napoli. Además, seguía el asunto pendiente del servicio militar, mismo que el Porto había logrado extender un año en lo que vendía al jugador. Es decir, preferían vender a su figura y que el problema lo tuviera otro.

El Atlético pidió una prórroga al gobierno portugués que fue rechazada, incluso una tarde el Presidente del país, Mario Soares, le llamó al jugador. “Me dijo, ‘Paulo, debes hacer el servicio militar, tienes que darle un ejemplo a los portugueses’, a lo que respondí, ‘Presidente, por favor déjeme jugar, lo voy a hacer en nombre de Portugal, déjeme darles el ejemplo triunfando aquí’”, rescató El Diario.

Las palabras del delantero provocaron que el Estado lusitano creara un permiso élite para todos aquellos personajes que enaltecieran de manera profesional los valores portugueses por el mundo. Se le dieron ocho años de permiso, pero si en ese lapso por cualquier motivo era fichado por un club portugués, Futre debería ir al ejército.

La vida en el Calderón fue como vivir en el ojo del huracán. La relación tirante, extrema, de amor desmedido y rencor desbordado entre la figura del equipo y el Presidente de la entidad, llenó planas de los periódicos. Mientras Paulo desbordaba las canchas de la Península, Gil y Gil manejaba el club como si fuera un yo-yo.

Cuando tenía los ojos repletos de miel le decía al 10 rojiblanco Paulo, pero cuando la ira estaba caminando por la cornisa de la locura simplemente lo llamaba ‘El Portugués’.

A Gil y Gil se les escucharon frases tan distantes, lapidarias y bipolares como: “Si me fueran los tíos (si me gustaran los hombres) Paulo sería mi novio” o “Portugués, me cago en todos tus muertos, un día te vas a ir a la puta calle”.

Futre en el campo era un monstruo que especialmente se vestía de luces en los grandes escenarios y en las ocasiones de lujo. Era un misil antimerengue, un hombre que cuando veía una camiseta blanca enfrente trasladaba sus fuerzas al Olimpo y regalaba sinfonías inimaginables acreedoras a ovaciones de pie y pañoladas eternas.

Futre era un relámpago que iluminaba el campo, que jugaba y hacía jugar a los demás. Tachado como ‘piscinero’ por sus constantes vuelos acrobáticos en busca de faltas ficticias, entabló decenas de enemistades con los contrincantes, entre ellos Paco Buyo, arquero del Madrid.

“Tenía su foto en mi baño, lo odiaba. Yo vivía tres semanas antes el Clásico, los otros juegos no importaban nada, yo sabía que por el orgullo del club debíamos sudar sangre en el Derbi”.

De personalidad deslumbrante, la mayoría de sus peleas fueron por defender a sus compañeros, aunque algunos no lo pensaron así cuando declaró que Gil y Gil les pidió perder un juego contra el Espaynol para que descendiera el Zaragoza. Uno de ellos Roberto Solozábal, le escribió una carta abierta negando dicha orden por parte del Presidente y pidiéndole a Futre que diera nombres o se retractara de lo dicho, porque tanto sus propios hijos como los fanáticos del Atlético merecían una disculpa. Nada de eso sucedió.

Tras siete años y dos Copas del Rey ganadas, Paulo se agotó de la incertidumbre institucional y decidió marcharse. “Jesús llevaba ocho meses sin pagarnos. Es que él manejaba las cosas al día. Si vendía un departamento, pues de ahí nos pagaba; pero si no lo hacía, pues no cobrábamos. Así que nos inventamos una pelea y me fui, el club me vendió al Benfica que tuvo el respaldo de la televisión RTP y pagó una brutalidad”.

Del Benfica pasó al Olympique de Marsella; sin embargo, apareció el escándalo del amaño de partidos que realizó Bernard Tapie y decidió buscar una salida. El Real Madrid lo buscó. “Tuve el contrato encima de la mesa para firmarlo y en un momento me fui al baño con mis hijos. Pensé entonces en la familia. He sido jugador del Atlético, más que un jugador incluso, y me doy cuenta que no puedo vivir en Madrid. Cuando volví, les dije que no. Ellos se lo tomaron a mal porque llevábamos semanas de negociaciones. Pero yo no podía firmar. Les pedí perdón. Soy el único jugador del mundo que con contrato en la mesa le ha dicho que no al Real Madrid”, le describió el momento a Libertad Digital.

En Italia fichó para el humilde Reggiana y Pedroni del Cremonese le arruinó la rodilla, asunto que le provocó que jamás hiciera el mentado servicio militar. Lo operaron tres veces. De todas formas alcanzó a pasar por el Milan, el West Ham y luego de seis meses retirado jugó 10 partidos con el Atlético en donde ya formaba parte de la directiva. A los 32 años se fue a Japón para lanzar las últimas joyas de su futbol.

El día que se fue lo hizo en rueda de prensa al lado de los zapatos con los que ganó la Copa de Campeones de Europa con el Porto. “Me voy porque me duele todo y no tengo más que dar. Mi esposa me pidió que juegue con mis hijos y amigos y no que me quiere ver cojear, por eso me voy, porque tiene razón”.

Un gitano ardiente que aseguró no tener sexo de viernes a domingo, pero que la descosía los demás días de la semana. Un tipo bohemio, genial y altamente irresponsable con su salud. Un fumador de aquellos. “Doce fumaba el martes, diez el miércoles, ocho los jueves, seis los viernes, cuatro los sábados y uno los domingos después de comer”, recuerda el portal Footballcitizens.

Futre es un incendio viviente al que le explotaban las venas de éxtasis y que hacía vibrar estadios enteros con sus arranques y frenos ciclópeos. Un tipo al que los números no le hacen justicia, pero para qué sirven las estadísticas cuando se juega al futbol como él. Un hombre que antes de cada partido se colocaba una cinta de cuero en la muñeca, se encerraba en un baño del vestidor y gritaba: “Por mí, por Portugal y por Mario Soares”, aquel presidente de la República que no le cortó la inspiración que después su misma rodilla cercenaría.