Todo comenzó con una mentira. Tenía 10 años, y para ser admitido en el San Cristóbal de los Ángeles, equipo infantil del sur de Madrid, se aumentó la edad.
“Mi primer nombre futbolístico fue Dani. En mi ficha oficial salía con gafas en la foto, no me cabía otro remedio que falsificar mi edad para poder jugar”, confesó décadas después.
Los goles fueron su tarjeta de presentación desde la infancia; y el liderazgo, un aderezo que lo volvía leyenda en potencia.
Su padre, Pedro González, un electricista de corazón colchonero, descubrió las virtudes del pequeño Raúl y de inmediato lo ingresó a las filiales del Atlético de Madrid, el equipo de la familia.
En su primera temporada en la categoría infantil cumplió con un año de ensueño, pues su escuadra se mantuvo invicta y él aportó la ‘modesta’ cifra de 65 anotaciones. Estuvo un torneo más en la entidad rojiblanca, en donde logró el Bicampeonato; sin embargo, por una crisis económica en el club, las fuerzas inferiores desaparecieron.
La noticia lo trastornó, pero no tardó en encontrar el consuelo perfecto. El maravilloso desempeño del ‘nene’ de 15 años no pasó desapercibido para los buscadores de talento del Real Madrid, por lo que el club le ofreció un contrato que éste aceptó. Fue el inicio de la leyenda…
El virtuosismo que demostró en el ‘Atleti’ lo potencializó de inmediato con los juveniles merengues, tanto que los colchoneros quisieron ‘repatriarlo’, conscientes de la joya que se les había escapado.
La contraoferta alteró al joven y movió el corazón de su padre, por lo que Jorge Valdano, técnico de los blancos en aquellos años, consideró pertinente una reunión con Raúl. El incipiente goleador llegó demorado a la cita y esperaba la reprimenda del argentino; sin embargo, se llevó una sorpresa: “Llegas tarde a la reunión con el entrenador del primer equipo; si tienes el mismo descaro en el campo que el que acabas de demostrar, no tendrás problemas en triunfar”, le dijo.
El padre putativo del llamado ‘Ángel de Madrid’, quien lo debutó a los 17 años, tuvo voz de profeta… La historia del heredero de las glorias de Juanito y Butragueño, otros ‘Sietes’ legendarios de la Casa Blanca, está llena de gestas, récords, triunfos, pasión y eternidad.
Resultaría ocioso enumerar las conquistas individuales y colectivas de Raúl en 16 años como merengue. El tintero está vacío, sencillamente porque ganó todo y no dejó pendientes. Fue capitán y líder del vestidor del considerado ‘Mejor equipo del siglo XX’, en donde compartió con Mijatovic, Suker, Ronaldo, Redondo, Roberto Carlos, Zidane, Beckham, Figo, Casillas, Hierro y una constelación de estrellas interminable.
“Es el jugador que mejor representa los valores que han hecho grande al club”, declaró en su momento Emilio Butragueño.
Si se creara el prototipo del futbolista perfecto, los genes de este modelo le darían forma.
El futbol de Raúl es música, con agudos y graves que embonan perfecto en cada uno de los lienzos que traza en la cancha. Es crack, porque a sus 38 años es capaz de marcar un gol burlando al portero en el espacio que ocupa un mosaico de baño, para depositar el balón con sutileza en la red; y guerrero, porque en una goleada en contra no se siente derrotado hasta que el balón decide descansar.
“Raúl es un futbolista austero, no se adorna, siempre busca la vía más directa, el camino más corto para beneficiar a su equipo y acuchillar al contrario. Todo lo que hace tiene sentido, y los que más agradecen su estilo y su presencia son sus compañeros. Esa austeridad es la que puede alejarle a veces de los focos de las estrellas, por supuesto, de forma injusta”, escribió Jorge Valdano al referirse a su gran consentido.
Cuando Raúl no tuvo cabida en el Madrid de Mourinho, se mudó a Düsseldorf para emprender una nueva aventura en el Schalke 04. En aquella cosmopolita ciudad alemana vivió a gusto disfrutando el ‘anonimato’ en las calles, y que sus hijos fueran a la escuela sin que sus compañeros estuvieran enterados de que su padre es un futbolista de época.
“Venir a Alemania y que te llamen señor Raúl… es impresionante”, dijo a su arribo.
Luego de la experiencia en el Schalke 04, emprendió dos viajes más: en el Al-Sadd, de la Liga de Qatar, y en el NY Cosmos, de la NASL, de Estados Unidos; este último, el equipo en el que dirá adiós tras 21 años de carrera, en noviembre próximo.
Lo que a sus 10 años comenzó con una mentira, el destino y los goles se encargaron de convertirlo en leyenda, la leyenda del ‘Ángel de Madrid’.




