Lo del América es mucho más simple de lo que parece: Al América le falta americanismo y eso no se compra en la farmacia de la esquina. No hay mucho americanismo en su plantel actual, no lo hay en su entrenador, tampoco el necesario en su principal dirigente deportivo y no alcanza con el que pregona su propio dueño. Al América le hace falta una “transfusión” de americanismo.
Oribe Peralta se apegó a un sentido de sinceridad. Dijo lo que pensaba y lo que sentía. La culpa no es suya. La culpa es de otros que han pretendido alejar a un club de los tamaños y de las repercusiones pasionales e históricas del América, de sus raíces, de sus aromas y de su nexo con un pasado glorioso.
Al América lo han transformado en un equipo de futbol que pese a ser efectivo en la cancha, lo ha sido en los últimos años, ha perdido esencias fundamentales que van poderosamente apegados a su camiseta y a su propia leyenda. El América juega hoy sin identidad, no la tiene en una alineación plagada de jugadores extranjeros y naturalizados y en futbolistas que no son ni fueron parte de su desarrollo en Fuerzas Básicas. El América ha dejado de producir americanistas.
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