Digamos la verdad: el América no quería jugar con Chivas, nadie quería jugar con Chivas, sobre todo en una fase tan prematura de la Liguilla y en una combinación donde, además de futbol, se involucran otro tipo de situaciones emocionales y donde cualquier cosa puede suceder.
Al saberse y sentirse favorito, el América también entiende que adopta la presión de la semana. Hoy, el ‘poderoso’ campeón de la Concacaf, por momentos sublíder general de la competencia, en pleno festejo de su Centenario, tiene que enfrentar a un equipo que hace poco navegada y naufragaba en aguas turbulentas, que se debatía en la peor crisis de su historia y que respiraba cerca de la peligrosa tabla porcentual.
Hoy, el América, que al final tuvo un punto, un puntito más que su acérrimo rival deportivo, siente que Chivas lo ha alcanzado, que está a su nivel y que en 180 minutos puede ocurrir cualquier cosa para definir a uno de los semifinalistas.
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