Rusia 2018: allá vamos...

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Opiniones, análisis y puntos de vista de los principales columnistas deportivos de RÉCORD. Entérate de lo que piensan los expertos del futbol mexicano y más.

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Rusia 2018, allá vamos...La cuestión es: ¿Cómo vamos? ¿Con qué argumentos vamos, con qué tranquilidad vamos, con qué garantías vamos, con qué salud técnica y mental vamos? Y la pregunta para Juan Carlos Osorio es aún más tajante y peligrosa: ¿Vamos? ¿Vamos a ir contigo, Osorio?

Por increíble que parezca, las Eliminatorias para el Campeonato Mundial de futbol se han convertido en una odisea, casi una pesadilla y todo un reto para el futbol mexicano. La Federación ha declarado al evento, por encima de una Copa Confederaciones, por encima de una Copa América y obviamente por encima de una Copa Oro, como el punto neurálgico de sus objetivos. Lo que parecía una asignatura con-sumada se ha transformado en un verdadero “dolor de cabeza”.

Las comparaciones son terrible-mente desproporcionadas, pero ello ha jugado caprichosamente en la mente del futbolista mexicano, llevándolo a situaciones de verdadera angustia e incapacidad. El futbol mexicano es abisalmente superior y poderoso en comparación con el futbol salvadoreño, pero hoy, hay cierta preocupación por lo que pueda suceder o dejar de suceder en la cancha del Estadio Azteca. El recuerdo aún fresco de lo que hicieron selecciones centroamericanas en ese mismo escenario durante el proceso de clasificación para Brasil 2014 esparce cierta inseguridad entre los futbolistas y muchas dudas entre los aficionados.

Como un niño poco aplicado o poco listo, hemos vuelto a repetir el grado. La Eliminatoria de Concacaf, en tiempos de Miguel Mejía Barón, de Manolo Lapuente o de Ricardo LaVolpe, parecía una asignatura pasada con un ‘10’ de un alumno aventajado y por momentos brillante. “Caminando”, “esparciendo terror” o como el famoso e inexistente “Gigante de la Concacaf”, México había establecido que su estructura, su infraestructura, su tamaño como nación, su economía y su siempre boyante industria futbolística era suficiente para someter a los rivales del área. México, o el futbol mexicano, parecía concentrado en ganar terreno con respecto a las grandes potencias del futbol. La necesidad del quinto partido, de no fallar ante Bulgaria en Nueva York (1994), ante Alemania en Montpellier (1998), ante Argentina en Leipzig (2006) , otra vez ante Argentina en Soweto (2010) y  ante Holanda en Fortaleza (2014). El futbol mexicano trabajaba y se alistaba para acercarse a la posibilidad de “pellizcar”, “dañar”, “ofender” a algunos de los “grandes” del futbol internacional. Hoy, estamos reocupados por El Salvador y por Honduras.  El futbol mexicano pareció  abandonar sus sueños de pelear en el nivel superlativo para concentrarse en la pobreza y en la mediocridad de su área. Y podemos aceptar que hubo un crecimiento de los demás, pero también un retroceso de México. Yo me quedo con la hipótesis del retroceso.

Tengo la esperanza de que el cambio de mentalidad en el futbolista mexicano surja efecto a partir de esta noche en el Barrio de Santa Úrsula. La Selección Mexicana de nombres como el de Moreno, Reyes, Guardado, Layún, Herrera, ‘Chicharito’, Jiménez, Corona y Ochoa, los “nuevos dueños” de la camiseta ver-de ++hoy negra++ deben asegurarle a México la tranquilidad y la garantía de escenarios competitivos en la Concacaf.  Esos futbolistas, que en su aventura o intrepidez por jugar en las Ligas más desarrolladas del mundo, lejos del “calor” y la comodidad de casa, han superado grandes y pesados obstáculos, pueden y deben darle el empujón que necesita el futbol mexicano para volver al “grado” que le corresponde.

El camino para Rusia 2018 promete ser largo y sinuoso ++casi como la letra de la canción de los Beatles++. Dependerá solo de la manera en la cual lo afronte México. Olvídense de El Salvador, de Honduras, de Costa Rica, de Panamá o del propio Estados Unidos. Este un reto es de México versus México. Del futbolista mexicano, de su capacidad para mantener  la calma y sacar el resultado. De alejar a los “viejos fantasmas” del área y cambiarlos por la escena competitiva del nuevo futbolista mexicano del Siglo XXI.

Esperemos, también, que en el camino, el nuevo entrenador colombiano sea protegido y sostenido en su puesto, más allá de algún tropiezo o de alguna contingencia en el andar del equipo. Un poco de continuidad para este, muchas veces “masacrado” futbol, no le hace daño a nadie. Osorio debe llegar a Rusia como entrenador mexicano.

Venga pues... A poner las cartas sobre la mesa. A volver al nivel y al verdadero reto del futbol mexicano. Acercarse las grandes potencias. No perder el tiempo con El Salvador u Honduras.