Diana Pérez
@Dianape16
Directora Editorial de RÉCORD con más de 20 años de carrera. En su columna podrás encontrar reflexiones sobre el deporte.
Correr en la calle, alto riesgo para las mujeres
“Una mujer que corre en las calles sabe que no puede dar su 100%, tiene que reservar fuerzas y energías por si es atacada”, fue la frase con la que concluimos en el grupo de corredoras al que pertenezco, después de hablar de los peligros de salir muy temprano a entrenar.
Correr sí es un momento de liberación, de encuentro con uno mismo, pero para las mujeres también se ha convertido en una experiencia de alto riesgo si se hace en calles o parques poco seguros.
En una charla con las Shankhas (mi grupo de mujeres corredoras), discutimos los inconvenientes de correr sola, del peligro al que nos exponemos. Alguna contó que una amiga fue atacada cuando corría en la Condesa, a su atacante le pareció fácil meterle la mano entre las nalgas para después salir huyendo; a otra, en el Bosque de Chapultepec, la abrazaron por la espalda y solo se liberó porque comenzó a gritar como loca para zafarse de su acosador.
También están aquellas que se hacen conocidas en la prensa, como la corredora del Bosque de Tlalpan, quien fue golpeada y atacada sexualmente.
Las historias nos llenan de rabia e impotencia al saber que no podemos dar todo en un entrenamiento porque necesitamos reservar energías por si alguien decide atacarnos; o que de plano tenemos que resignarnos y correr en el gym.
Es cierto que hay lugares con mayor seguridad y luz. Para mí, el Sope es el sitio donde puedo sentirme tranquila; sin embargo, no debería ser así, deberíamos poder salir solas o en grupo a ejercitarnos sin arriesgarnos a ser atacadas, a ser observadas con morbo o molestadas con las palabras.
Con mi equipo he salido varias veces a correr en las calles de la Ciudad de México, en ninguna ocasión nos hemos salvado de que nos chiflen o nos digan algo inapropiado.
La realidad es que vivimos en un país inseguro para las mujeres, donde las estadísticas por feminicidio aumentan cada día, donde no podemos sólo salir sin ser atacadas de alguna forma.
Es cierto que el tema es profundo y que hablar de los ataques que sufrimos como corredoras, es solamnente una parte del problema. Por lo pronto, sugiero que comencemos a tejer nuestras redes, que compartamos con nuestras amigas los lugares seguros para correr y que, de preferencia, lo hagamos en grupo, por lo menos hasta que nuestras autoridades trabajen en leyes y sistemas que puedan protegernos.