América compra boleto a Japón

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Opiniones, análisis y puntos de vista de los principales columnistas deportivos de RÉCORD. Entérate de lo que piensan los expertos del futbol mexicano y más.

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Una vez más, la pelota rodó indómita e ingobernable dándole un cachetazo a lo predecible, desde la condición fulgurantemente sorpresiva de un América que ha asegurado el presente. Y tal vez el futuro. Las Águilas compran boleto a Japón, con escala en el Estadio Azteca, donde la semana entrante se delinean los sueños, que ayer adquirieron contornos mundialistas.

Las llamas del Volcán fueron brasas tibias que se disolvieron en el pasto, nunca incendiado por la contundencia felina. Si Gignac debía hacer erupción de cara al gol, ayer solo fue una fumarola disipada en un aire cenizo. Gris.

Desde los botines de brújula de Rubens Sambueza, el futbol encuentra un Norte. Y si la cancha se mide en metros y se ubica a través de los puntos cardinales, entonces Rubens fue un mapa, que enseñó el camino y avisó el destino. Un futbolista total al que solo le faltó gambeta cuando defendió. Porque lo hizo. Y mucho.

Entonces, si el capitán era sacrificio, también era una invitación a la suma de las voluntades. América fue uno. Y Tigres se dividió a partir del orden. Pero no del suyo.

Fue entonces cuando el olfato de Darío Benedetto encontró la red. Osvaldo Martínez picó un balón con pies de cuchillo, a segundo poste y donde debió existir un cabezazo de Rivas, apareció un intento fallido de despeje, que redundó en la consumación del gol.

Tigres, abalanzado por compromiso mas que por convicción, hizo del partido un intento permanente, que confirmó que ni aunque inclinaran la cancha, atinaba a portería.

Replegado, el América fue comparsa en defensa y látigo en ataque. Esperaba con paciencia con la alarma del contragolpe activada para hacer de robos de pelota como el de Sambueza, asistencias de gol para unos pies de bazuca como los de Osvaldo Martínez, que lo estallaron todo. La madera de la portería de Nahuel Guzmán había sido incendiada.

Y el Volcán ardió. Con fuego ajeno.