La realidad superó a la ficción con la estremecedora manera que tiene el futbol de honrar a sus héroes. A los 43 años, Cuauhtémoc Blanco jugó el partido de la nostalgia, que fue actualizada con su nuevo adiós con la playera del América...
Con su estampa poco elocuente desde lo físico, que simulaba en su trote un compás abierto en sus brazos, Blanco era eso. Simétrico. Puntual. Un círculo perfecto a partir de su acostumbrada manera con la que concebía el futbol a través del pase al botín amigo.
A los 43 años. A los 20 o a los 70, el Temo siempre tuvo y tendrá activada la membrana de la sensibilidad con el cuero. Ayer fue la sobrada confirmación de lo previsible. La pelota lo ama. Y desde ya, el futbol lo extraña. Otra vez.
Pero el balón es caprichoso. Siempre lo fue. Por eso decidió estrellarse en el travesaño cuando dribló en cámara lenta a dos rivales absortos con el desparpajo del barrio que fue madera. Blanco mandaba con el recuerdo. Y con aquella vaselina descarada de época, que no fue un gol de manicomio por centímetros.
Entendido como catapulta, nunca fue receptor. Ni ayer. Ni nunca. El retrato de una playera arrugada por su exceso de barriga, era la composición perfecta de lo imposible. De lo abstracto hecho realidad. Si Blanco fuera un auto sería uno de colección con la maquinaria de las ideas intacta.
América perdía en velocidad, pero ganaba en inteligencia. Era un equipo lúcidamente lento, que pensaba el partido a través de los zapatos de confeti del futbol hecho fiesta desde las emisiones cargadas 'taquitos' del aclamado Cuauhtémoc. Porque los hizo.
En un carrusel de fantasías, el Estadio Azteca otra vez fue un testigo mudo, que se quitó el bozal contagiado por la irreverencia del 100. Del eterno 10 multiplicado por 10.
Y así se fue Cuauhtémoc Blanco del futbol. Con la calificación perfecta de la imaginación. Con una jugada inventada. Con su retrato de picardía técnica sintetizada en una 'Cuauhtemimha'.
Luego salió del campo y en el círculo central hizo la 'Temoseñal'. De esa manera, con las manos estiradas hacia el cielo, se confirmó como el americanista más cercano a Dios...




