opinion.felipe-morales.nacho-trelles-la-vela-y-el-fuego
Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Nacho Trelles: la vela y el fuego

2020-03-26 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
Comparte en:
Contenido Patrocinado

Se puede ser la vela y el fuego. Se puede ser el balón y el juego; el futbolista y el entrenador. Se puede ser el presente y el recuerdo; se puede ser la leyenda viviente y la leyenda por siempre. Ignacio Trelles no pudo serlo. Lo fue. Cuando se apagó la llama de su corazón, nada oscureció. Todo se alumbró, desde las memorias del ayer, que serán hoy, por siempre.  

Don Nacho falleció a los 103 años, porque, como decía, la vida y el futbol “no tienen palabra de honor”. 

“Los cambios siempre se hacen con la intención de mejorar”, rezaba con aquella sabia voz, con la que fue el entrenador más ganador de todos los tiempos del futbol mexicano, con 22 títulos, que conglomeran Ligas, Copas, Campeón de Campeones y Concacaf, entre los que destacan el título alzado con el extinto Marte, los dos campeonatos con Zacatepec, el par de cetros conquistados al mando del Toluca, y los otros dos torneos cosechados con Cruz Azul, en sus 1,083 juegos comandados en Primera División. 

Su primero sueldo, como jugador, fue de 75 pesos; contaba que con eso se compró un traje y unos zapatos de charol; luego, como entrenador, obtuvo su primer salario, de 700 pesos. Pero no lo hacía por el dinero: lo hacía por el amor a la pelota, que tuvo, por primera vez, a los 13 años, y por la trascendencia, al ser el entrenador con más partidos dirigidos en la historia de la Selección Mexicana, con 117.

Flaco, como su bigote, Don Nacho dirigió tres Mundiales, de 1958 a 1966; la primera victoria del equipo mexicano en una Copa del Mundo fue bajo sus instrucciones, en Chile 1962, certamen en el que venció 3-1 a Checoslovaquia, que, a la postre, sería Subcampeón.

Trelles era un espejo, en el que se reflejaban los demás, desde su liderazgo, provisto de un exceso de personalidad. ”Usted no tiene criterio, ni pantalones; es un inepto. Y conste que no estoy insultándolo”, le dijo al arbitro Domingo de la Mora, en un Puebla vs. Monterrey.

Una cosa es decir algo y otra, muy distinta, es tener algo qué decir. Y Nacho sabía de su impacto. “Los Clásicos se juegan con la cabeza fría y los pies bien calientes”, le recomendaba a sus jugadores. Pero a la prensa le desinflamaba la expectativa: “¿Clásicos? Clásicos, los cerillos”. Algo sabía de aquellos choques, aunque nunca dirigió a las Chivas, pero sí jugó el primer Guadalajara vs. América oficial en Liga, de la historia, el 16 de enero de 1944. 

Don Nacho inspiró, incluso, el personaje a Roberto Gómez Bolaños para una escena de película ‘El Chanfle’, por aquel Puebla vs. América, de 1973, cuando el árbitro Arturo Yamasaki lo expulsó por invasión de cancha. “O se va usted o me voy yo”, le dijo el silbante. “Pues váyase usted, yo aquí estoy de lo más cómodo y la vista del estadio es increíble”, reviró la leyenda.

Ese fue Ignacio Trelles: el fuego dentro del fuego; el juego dentro del juego; la vida dentro de más de un siglo.

Contenido Patrocinado