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Opinión

Felipe Morales

Con un estilo fresco y una pluma original, Felipe Morales nos cuenta las mejores historias del futbol desde su perspectiva periodística.

Pumas y Cruz Azul, la reafirmación de la nulificación

2019-09-22 | Felipe Morales
FELIPE MORALES
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Un avión no se cae dos veces. Pero hay situaciones que sí son accidentes repetidos en el tiempo. Cruz Azul, reinventado en la desconcentración de los últimos minutos, sufre permanentemente esos percances. Incluso cuando los goles, como el de Iturbe, sean precisamente eso: Una eventualidad, un percance, una contingencia, un espejismo en el desierto: un accidente. 

Fue Iturbe, precisamente, quien al final reconoció que un centro imaginado en su mente fue un gol que no pasó por la cabeza de Jesús Corona. Solo encima de ella, cuando lo techó aquel envío en el último vapor del partido. Otra vez. Como siempre.

De esa manera, La Máquina fue alcanzada por unos Pumas ataviados con el uniforme de su espíritu combativo, mismo que intercambian en muchas ocasiones con el overol de quien trabaja y no juega con lucidez los partidos. 

Pero le bastó para recordarle a los celestes que los problemas y los desaciertos defensivos desconocen de técnicos nuevos o de directivos oportunistas y empolvados. La pelota tiene un pacto en su contra cuando se mueren los partidos. Y ella misma los mata. 

Antes, el ‘Cabecita’ Rodríguez los había adelantado con la pericia de quien ocupa los espacios y los rellena con el empuje de un barco sin ancla. Así, pisó el area, después de un desplante técnico de Elias Hernández que le filtró  aquella misma pelota, para, en dos tiempos, detonarla hacia el poste más lejano de un Saldivar crucificado en el aire por la intromisión defensiva, de un sutil desvío. 

El partido fue enmarcado entre dos vidrios borrosos. La generalidad en Ciudad Universitaria es que sobrevive quien esté dispuesto a no ser menos físicamente y pueda ser más esporádicamente futbolísticamente. 

Es tan difícil arrancarle puntos ahí a los auriazules, como complicado para ellos confirmar una superioridad sobre los cementeros. En esa tónica, delineada en el tiempo, el empate fue la reafirmación de la nulificacion. 

Así, Jesús Corona se abandonó. Cuando la pelota lo había techado, ya había soltado una maldición. No es que haya sido su error, es que fue una omisión, desde la colocación y desde el carente fildeo. Fue un accidente. Un gol nacido de un percance. Un avión azul que se ha caído muchas veces. 

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