En las más recientes ediciones de Copa América, la de Argentina 2011 y Chile 2015, la Selección Mexicana de Futbol hizo el ridículo, el impedimento de no poder contar con su Selección ‘A’, porque se lo prohibió la Concacaf, fue el factor para no destacar, no ganar ningún partido y evidenciar la pobreza de nivel competitivo de una Selección ‘B’, parchada y sin preparación alguna, porque claro, competir en desigualdad nunca será justo.
Ahora es distinto, equipo completo y hermanados, Concacaf y Conmebol, gracias a la iniciativa de Univisión y Televisa para rescatar un torneo que después del descubrimiento y señalización de directivos corruptos en ambas confederaciones, muchos dudaban de su existencia.
Televisoras que tuvieron que poner orden en oficinas carentes de certeza alguna del futuro de sus propios trabajos, fue una ardua y agotadora negociación, que al final el único beneficiado es el futbol mexicano. ¿Por qué?, simple, porque es la única selección en el mundo que tiene dos sedes, dos públicos y dos mercados para explotación.
El equipo de Juan Carlos Osorio tiene la irrepetible oportunidad de ganar por primera vez una Copa América, si fue o no prefabricada, no es de la incumbencia del entrenador, de los futbolistas, que deben aprovechar este único acontecimiento y demostrar que Estados Unidos es también su fortaleza, y que jugar como local ante sudamericanos, centroamericanos y caribeños, les abre la real posibilidad de trascender de una manera nunca antes vista.
Humildad, seriedad, profesionalismo, conceptos que deben estar presentes en cada día de la larga concentración nacional. Olvidarse de los medios de comunicación y no engancharse como lo hicieron en la pasada Copa Oro, que si no fuera por arbitrajes de cuarta categoría hubieran quedado eliminados muy temprano en el torneo.
Ése es el reto de Juan Carlos Osorio, porque más allá de sus conceptos futbolísticos, el problema del futbol mexicano generalmente está fuera del campo, donde por actitudes y comportamiento poco ético de futbolistas que creen ser más de lo que son, los llevan al fracaso.
Es momento de olvidarse de todo y dejar de hablar de temas que nada tienen que ver con la Selección, olvidarse de grillas de la regla 10/8, de cómo actúan los directivos y si el régimen de transferencias es justo o injusto. Concentración total, porque pocas veces se tiene tanta oportunidad de triunfar continentalmente como la tienen ahora. Es como jugar en México la Copa América.
Desde el año 2000 la Selección Mexicana de Futbol ha jugado en Estados Unidos un total de 55 partidos oficiales, entre eliminatorios y Copa Oro. Solamente tiene 13 derrotas, lo que muestra el poderío de la localía y de lo complejo que es jugar contra México en escenarios con apoyo incondicional, porque a diferencia de lo que pasa en estadios mexicanos cuando las cosas no salen bien, o cuando se vive una crisis en el partido, en Estados Unidos es distinto, ahí todo se celebra, todo es fiesta y sentir una parte de nuestro país por dos horas hace que los paisanos se desahoguen, sientan los colores de manera especial y disfruten todo lo que pasa en un campo de futbol.
Es ahora o nunca para el Tricolor, equipo que debería considerarse solemnemente por debajo de selecciones como la argentina y la brasileña, la tercera fuerza continental debe trascender en casa, todo lo demás que pueda ocurrir sería un rotundo fracaso.




