“Sanción ejemplar” es la frase que más se escuchó y se leyó en los medios deportivos desde que Fidel Kuri Grajales agredió físicamente a Edgardo Codesal en el estadio del Veracruz. Todos ofendidos, pero pocos se atreven a decir qué es lo que el dueño de Tiburones Rojos se merece por esa acción que denigra la imagen del futbol mexicano.
Expulsión del futbol del dueño del equipo, quitarle puntos a su equipo, mandarlos a la Liga de Ascenso, hacerle vender la franquicia, ésos son castigos ejemplares. Que lo sancionen un año sin actividad en el futbol, como va a ser el castigo que imponga la Comisión Disciplinaria, no es más que la muestra que no importa lo que se haga en un estadio de futbol. Estos castigos que son producto de un reglamento con tantas y tantas lagunas, hacen que los directivos se pitorreen del futbol. Andres Fassi fue suspendido cuatro meses de sus funciones como directivo del Pachuca por gritarle al árbitro Fernando Guerrero “te vas a morir”. Semanas más tarde apareció con la chamarra de Mineros de Zacatecas en un estadio de futbol y nadie pudo hacerle nada.
Mientras el reglamento sea aprobado por los propios dueños, nunca veremos “sanciones ejemplares”, porque la realidad es que no están contempladas. Es más, en un afán de purismo absoluto a Fidel Kuri Grajales ni deberían de castigarlo, porque desde enero de 2014, cuando fue advertido que debía elegir entre el futbol y la política, dejó en manos de su hijo todas las funciones operativas del equipo fungiendo solamente como dueño, sin meterse en asuntos del día a día. Así que si quisiera la Comisión Disciplinaria, ni castigo aplicaría y con argumentos reglamentarios.
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