Encontrar, sea como sea, jugando bien, mal o regular, una victoria en un campo donde hace 50 años no se daba, abre el optimismo desbordado de muchos aficionados mexicanos al futbol.
Ahora resulta que Juan Carlos Osorio el bien querido, es el hombre modelo en el banquillo, sólo por ganar dos partidos contra rivales muy vulgares, sin el nivel competitivo de otras eliminatorias mundialistas.
Quien estuvo en San Pedro Sula no puede negar que se vivieron factores distintos a otros partidos disputados en el Olímpico. Un clima benévolo, sin la presión de otras ocasiones desde la tribuna y sobre todo un rival de muy poca monta.
La crisis hondureña no debe importar a Osorio, claro que el colombiano debe estar contento por estas dos victorias consecutivas, pero también debe ser muy realista que están lejanos al nivel que quisiera ver en su equipo.
Es por eso que el momento es perfecto para entender el entorno y crecer ante las críticas, dejar a los aduladores por decreto a un lado y darse cuenta que hay mucho camino por recorrer.
El objetivo de la Comisión de Selecciones Nacionales se cumplirá sin problemas en este cuadrangular.
No es Canadá, El Salvador ni Honduras los rivales que puedan quitar la clasificación al Hexagonal. Es más, han sido decepcionantes, incluido el equipo que dirige el español Benito Floro.
Será hasta dentro de un año, cuando inicie el Hexagonal, cuando se dé cuenta Osorio que en la Concacaf hay lugares extremadamente difíciles para ganar, en los que entienden los partidos contra la Selección Mexicana como el objetivo primordial para ganar sin importar lo que pase con el resto de la eliminatoria.
Hostilidad y presión, no como ahora que en San Pedro Sula fueron tratados como jefes de Estado, cerrándoles calles para evitar que llegaran aficionados a su hotel de concentración o siempre vigilados por un helicóptero y hasta evitarles el contacto con los cientos de aficionados que los esperaban en el aeropuerto Ramón Villeda el pasado lunes.
Lo único que se vivió de hostilidad fue al escucharse el himno mexicano cuando lo abuchearon y las mentadas de madre fueron evidentes, aunque fue tan descafeinado el insulto, que ni siquiera fue durante toda la melodía mexicana.
Notar tantos cambios de futbolistas entre partido y partido, sistema táctico e inundar a los jugadores con tantas instrucciones fue la característica de Osorio en estos dos partidos de debut con una selección nacional.
Demasiada información para quienes están acostumbrados a que existan jerarquías y un solo parado táctico y más cuando son tan pocos los entrenamientos.
Tampoco está renovando al equipo ni serán las nuevas generaciones quienes lleven a la Selección a Rusia, si Damm y Corona anotaron fue porque están arropados por muchos futbolistas que los respaldan, así que tampoco exageremos en ‘la sangre nueva’.
Osorio fue tranquilizado por su asistente en plena sala de conferencias del estadio en San Pedro cuando fue cuestionado de nueva cuenta por el tema de Guillermo Ochoa, actitud que no se le había notado en todas sus presentaciones con la prensa.
Aprender a no perder la cabeza y como bien decía el colombiano, ahí no se está para callar bocas, quien piense de esa manera esta simplemente siendo reacio a la crítica.
El encanto de la victoria en Honduras es darle crédito a un proyecto cuestionado por muchos, alabado por tantos más, pero que en realidad deja muchas dudas sobre el funcionamiento de un equipo que se encontró, el viernes y el martes pasados, a dos selecciones intrascendentes y de paupérrimo nivel.




