Bajo la premisa de no convocar a algunos y de sí hacerlo con otros, aunque no tengan merecimientos, inicia la verdadera era de Juan Carlos Osorio al frente de la Selección Nacional. Nadie, ni los psicólogos del deporte de los que tanto habló en su conferencia de ayer, pueden soportar el tema de Guillermo Ochoa y la no presencia de Omar Bravo. Todo son ideas fijas que deben ser sustentadas con resultados, no con tantas palabras como ahora es la moda en sus largas presentaciones ante los medios de comunicación.
Sería mejor que el metodólogo Osorio dijera que convoca a quienes están ahí porque lo soñó una noche antes y no que salga como siempre, con el desgastado discurso de que llama a quienes están en el mejor momento futbolístico cuando la realidad no es esa.
Si Ochoa fue convocado es porque será titular. Si no es así, ¿para que visitarlo en su gira por Europa y hacerlo viajar más de 9 mil kilómetros? En el primer entrenamiento formal del extécnico de Sao Paulo se vio el siguiente parado: Raúl López, Diego Reyes, Héctor Moreno, Jorge Torres Nilo en una línea de cuatro defensores; un medio de contención con Alejandro Castro y delante de él, José Vázquez y Carlos Peña; adelante por derecha a Jürgen Damm, por izquierda a Javier Aquino y en el centro a Javier Hernández. En la portería utilizó a un seleccionado Sub 16, como para no mostrar lo que es evidente con la convocatoria de Ochoa. Claro que faltaron algunos jugadores que no habían llegado al CAR y que seguramente podrían ocupar un puesto titular en los partidos contra El Salvador y Honduras como Miguel Layún, Jesús Manuel Corona y Héctor Herrera.
Juan Carlos Osorio corre el riesgo de convertirse en prisionero de sus palabras. Explicó que Layún y Aguilar pelearán por un puesto en la lateral derecha y aunque el jugador del América no estará en esta ocasión, fue claro en evidenciar a quienes no pueden jugar con perfiles cambiados. Resulta que Damm no puede estar cambiando de perfil porque no se le da y que Layún da más por derecha cuando en Portugal destaca por la otra banda, pero sí lo pueden hacer Aquino, Corona y Vela. Entonces si son funcionales y los evidencia públicamente, ¿para que los convoca? ¿para ser banca? ¿para cumplir con la teoría de que debe tener dos por posición?
La desmembrada selección salvadoreña no representa ningún obstáculo en el debut de Osorio, es más, los problemas de la ‘Selecta’ los convierten en cómplices para una noche exitosa en la que el colombiano ganará tranquilidad y confianza para enfrentar dos grandes retos inmediatos: Honduras en San Pedro Sula y Canadá en el inicio de 2016 durante el crudo invierno. En el papel tampoco deberían ser un ‘dolor de muelas’ estos seleccionados, pero en su localía y condiciones climáticas les dan fortaleza y extrema confianza que se convierte en actitud ganadora en sus campos de juego.
Todo lo que Osorio platicó con exseleccionados nacionales en este corto periodo servirá para aumentar sus apuntes en azul y rojo sobre la teoría de enfrentar partidos en territorios hostiles de la Concacaf, pero no representa la realidad que debe vivirse, olerse y escucharse aunque asegure que el pánico escénico no existe en un grupo de once futbolistas en el campo, que podrá darse en uno pero no en todos y eso es lo que hace fuerte a un equipo. Pues con esa fortaleza, la Selección Mexicana de futbol no gana un partido eliminatorio en San Pedro Sula desde el año 1965, así que otra vez la teoría debe guardarse en el cajón y aprender que para los centroamericanos el jugar contra México en su territorio es considerado una ‘guerra’ y ganar a costa de lo que sea es el objetivo.
Osorio fue contratado no para ganar el cuadrangular, sino para llegar cuando menos al quinto partido de la Copa del Mundo de 2018. Así que ojalá para el bien del futbol mexicano se viva en Honduras lo que sucedió el 28 de febrero de 1965 cuando con gol de Isidoro ‘Chololo’ Díaz derrotaron a los catrachos. Eso es lo mínimo que se espera de un entrenador que fue contratado para ‘revolucionar’ a la Selección Mexicana de futbol.




