Señalan a un solo responsable de los gritos racistas contra Darwin Quintero, el pasado domingo en el Nemesio Diez. Una investigación de la Comisión Disciplinaria para conocer a detalle los hechos, pero nunca una solución inmediata.
Señores futbolistas, cuando esto suceda: paren, salgan del campo y si se debe suspender un partido, que se haga, lo demás es demagogia pura, actos políticos para intentar quedar bien ante la opinión pública.
No se puede tolerar que esto suceda en México, ni en el futbol ni en ningún otro lado. Quien no lo quiera aceptar y dar a conocer cuando lo vive, es simplemente un opaco cómplice de actos deplorables. Son lo futbolistas, entrenadores y árbitros quienes tienen la última palabra para que esto no vuelva a suceder. Un castigo al club, incluso impedir que vuelva a entrar a un estadio quien cobardemente grita racistamente, no solucionará el problema.
A los datos me remito, varios casos de racismo se han dado en el futbol mexicano: antes del partido en la Bombonera, en este mismo torneo en la Copa MX, el cuarto oficial Adalid Maganda, en el partido Atlante contra Pachuca, fue objeto de gritos de los propios jugadores de los Tuzos y ¿saben qué?, no pasó nada. Incluso, el ofendido tuvo pavor que fuera objeto de una revancha en su contra si denunciaba el acto como debió hacerlo.
Un poco más atrás, en el 2006, en un partido Santos contra Monterrey, al futbolista Felipe Baloy le gritaron emulando a un simio cada vez que tocó el balón y ¿saben qué? No pasó nada.
En el 2010, en el Pumas vs Santos, el propio Felipe Baloy acusó a Marco Antonio Palacios y Darío Verón de insultarlo con palabras racistas, y ¿saben qué?, ahí sí paso algo, pero fue más mediático y lo politizó el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), pero ni se solucionó y solamente intentaron ‘pararse el cuello’ los políticos encargados de una oficina tan insignificante como ésa.
Lo mismo ocurrió en el caso en el partido Santos contra Cruz Azul, en el 2011, cuando Rogelio Chávez llamó ‘simio de mierda’ a Darwin Quintero, a lo que el jugador de la máquina fue citado por este mismo organismo y ¿saben qué?... no pasó nada.
En el Clausura 2014 durante el partido León vs Pumas, existieron gritos y sonidos racistas contra Eisner Loboa y Franco Arizala desde una de las tribunas de su propio estadio. Y ¿saben qué?... tampoco pasó nada.
Semanas más tarde en un partido Pachuca contra Atlante, del mismo torneo, aficionados atlantistas realizaron sonidos de simio cada vez que tocaba el balón Walter Ayoví y Enner Valencia, otra vez atacados en su propia casa. Y ¿saben qué?, ahora sí reaccionó la Femexfut y puso a la orden de todos los equipos un protocolo que parece darles miedo aplicarlo por represalias en su contra.
Para el Apertura 2014, Dorlan Pabón denunció actos de racismo en su contra durante el partido León vs Monterrey, y aunque árbitros, comisario, futbolistas y técnicos sabían la manera en que debían actuar ¿saben qué?... no pasó nada.
El fin de semana anterior se presentó el último caso de este tipo en el estadio Nemesio Díez, cuando un aficionado del Toluca realizó sonidos de simio contra Darwin Quintero, del América. Hasta el momento, la Comisión Disciplinaria ha iniciado una investigación en la que al parecer tienen identificado al tipo que realizó tan deleznable acto y esperemos que ahora sí, cumplan con su deber y le castiguen conforme a lo estipulado. Si saben quién es, que hagan hasta lo imposible por que no regrese a un estadio de futbol.
Pero hasta el momento sólo hemos hablado de casos de racismo en los que están involucrados futbolistas de raza negra, lo que no quiere decir que son los únicos que existen en el balompié. Qué hay de aquellos en los que se les llama ‘indios o indígenas’ a jugadores por su lugar de origen, o aquellos en los que denigran a un jugador por su estatura, complexión, alguna parte de su cuerpo o incluso su género si hablamos de las árbitros que han surgido en los últimos años.
Todo esto también debería ser tomado en cuenta dentro del protocolo contra el racismo.
Claro que estas burlas y descalificaciones continuarán hasta que alguien se atreva a exigir que se cumpla con lo que está estipulado en el reglamento, hasta que algún jugador, técnico o árbitro se atreva a detener un partido y hasta negarse a continuar con el mismo hasta que no se identifique al inadaptado que está realizando este tipo de actos y lo saquen del estadio. ¿Quién será el valiente?




