Existen temas en los que un entrenador nacional no debe meterse, opinar. Si no se va a decir algo contundente es mejor alejarse de asuntos coyunturales del futbol mexicano. Juan Carlos Osorio en una conferencia de prensa en Miami para promocionar el primer partido de la Selección Mexicana en el 2016 contra Senegal fue estéril en su concepto en el tema de los naturalizados en la Liga MX.
Se enredó, no aportó absolutamente nada. “Como extranjero me parece justo que los mexicanos tengan más oportunidades de jugar. Todos tienen derecho de buscar trabajo, los extranjeros son parte de la globalización que vivimos”, palabras del entrenador colombiano que no dicen nada, solamente el mismo rollo con el que intenta marear a los presentes en sus conferencias. Si está en contra de los naturalizados, que lo diga abiertamente, si no, también que lo diga, no pasa nada.
Si solicitó abiertamente a la Federación Mexicana de Futbol revisar el tema de los naturalizados será porque en su primera convocatoria al no ser Fecha FIFA está autorregulándose, y no serán considerados los no nacidos en nuestro país, aunque ya tengan el pasaporte mexicano. Ése parece ser el mensaje que quiere dar el colombiano, pero es una explicación que nadie le pidió.
No fue el día de Osorio. Cuando terminó la conferencia en el estadio de los Marlines de Florida se conoció la votación del Balón de Oro 2015 en la que capitanes y entrenadores nacionales eligen a los tres mejores futbolistas del planeta. Osorio demuestra estar en otro nivel, en otra galaxia o en otro futbol, porque no se puede entender que sus votos hayan sido para Thomas Müller, Manuel Neuer y Arturo Vidal, da la impresión que cuando vio los partidos del Barcelona la pluma azul se quedó sin tinta.
Müller, Neuer y Vidal están muy lejanos al nivel de Messi, Ronaldo y Neymar. Se puede entender que el entrenador de América Samoa vote por Alexis Sánchez, o que el de Brunei lo haya hecho por Gareth Bale; vaya, hasta comprensible es que el entrenador de Burkina Faso coincidiera con Osorio votando por Müller o hasta lógico es que el entrenador de Dominica le diera cinco puntos a Sergio Agüero, pero que el entrenador de la Selección Mexicana, en su afán de ser distinto, analítico y revolucionario, votara por quien lo hizo, sólo lo llevo a hacer el ridículo.
Una cosa es tener un discurso diferente, envolvente y lleno de frases elegantes, trabajar con un método distinto y otra cosa muy distinta es sólo querer llamar la atención sin sentido.
Volvemos a lo dicho aquí desde el día de su presentación. A este hombre le gana el reflector aunque afirme lo contrario. Le encanta aparecer como el revolucionario del futbol y en la mayoría de las ocasiones, no dice nada claro, solo intenta con palabras exóticas y frases de autor intentar un futbol de fantasía.
La responsabilidad es clara y el objetivo contundente en el 2016, ganar la Copa América Centenario y estar en el Hexagonal Final de Concacaf invicto sin perder un solo punto. Todo lo demás sería seguir como hasta antes de su llegada.




