opinion.ignacio-suarez.aqui-nos-toco-vivir-1ra-entrega
Opinión

Ignacio Suárez

El Fantasma ha recorrido el mundo del deporte a través de 6 Mundiales, 10 Copas América y 5 JO. Aportará a RÉCORD su conocimiento y exclusivas.

Aquí nos tocó vivir (1ra. entrega)

2021-07-14 | Ignacio Suárez
IGNACIO SUáREZ
Comparte en:
Contenido Patrocinado

No pude encontrar un calificativo más perfecto para el tema de esta columna que parodiar el título del legendario programa de mi admirada Cristina Pacheco. Esta confederación a la que el futbol mexicano pertenece obedece a su ubicación geográfica. Su miserable nivel futbolístico ha sido muchas veces una gran bendición y otras una verdadera maldición, como en los tiempos actuales.  

Es innegable, que, si México hubiera estado en otra confederación, la Conmebol, por ejemplo (el sueño fumado de muchos), con absoluta seguridad podríamos decir que ni de chiste se hubiera calificado en 16 ocasiones a una Copa del Mundo. Tendríamos la mitad o quizá un poco menos. Quizá también un mucho mejor nivel futbolístico, pero quitándole el 'quizá' eso es mera vil y vulgar polémica a lo tarugo (diría mi padre) porque sería entrar al terreno de las utopías y los supuestos de algo que NO existe y NO existirá, por lo menos a corto y mediano plazo.  

Al estar cobijados por rivales de un paupérrimo nivel, con las excepciones de los del hexagonal de siempre, la calificación es pan comido, aunque, aun así, de vez en vez se atragante ese bolillo en alguna eliminatoria como sucedió cuando se competía para ir a Brasil en el 2014. Con semejantes rivales y con tantos boletos el gran negocio de ir al Mundial está, prácticamente seguro cada cuatro años. Es un tema de obligación y lógica.   

EL KARMA DE DOÑA FEDE 

Lo que son las cosas, llámele como quiera: karma, coincidencia o destino. Pero, así como Doña Fede maneja a su conveniencia y a los más absolutos intereses del 'Club de Toby' los ascensos, descensos, venta de derechos de televisión de todas sus divisiones, etc., La Concacaf no tiene ningún remordimiento para actuar de manera idéntica con sus afiliados, no importando si son ricos o poderosos como Estados Unidos, México o Canadá. 

Estos tres solo tienen dinero, estructura, pero NO existen, no pesan, no influyen en las decisiones para Concacaf, que practica una 'democracia' mal entendida. ¿Por qué digo esto? Porque el voto de México o Estados Unidos pesa exactamente igual que el de la isla de Anguila, que tiene poco más de 15 mil habitantes (siete mil varones) no tiene liga profesional, solo dos ligas hoteles de 15 equipos y su estadio es una unidad deportiva para solo mil espectadores, y tiene voto desde 1996, cuando tenía la mitad de habitantes que hoy, por poner un solo ejemplo.   

Como en la política el que tiene la mayoría de los votos manda, la Concacaf no ha escapado a las peores prácticas políticas para obtener el control de los votos, y hablamos de corrupción, sobornos, amenazas, menosprecio, todo. Ellos van por la suya, así como Doña Fede y el Club de Toby acá. 

Recordemos que la Concacaf divide la votación en tres sectores: Norteamérica, que tiene tres votos (Canadá, Estados Unidos y México) la UNCAF de Centroamérica que tiene siete (Guatemala, Honduras, El Salvador, Belice, Nicaragua, Costa Rica y Panamá) y el Caribe que tiene 31 islas, que significan 31 votos. Es decir, teniendo las Islas bajo control, tendrán el poder absoluto para decidir, es imposible para los 'grandes' ganarles una votación haciendo mayoría, según los estatutos de la misma.  

PIERDEN CONTROL 

¿Cómo se permitió semejante aberración disfrazada de democracia? Fue el costo de la soberbia y del menosprecio. El mexicano Joaquín Soria Terrazas desarrolló la Concacaf, pero terminó convirtiéndola en su primera dictadura, pues se mantuvo en el cargo más de 20 años, de 1968 a 1990. En ese momento, el dirigente mexicano clasificó por categorías a las islas por su poco desarrollo y estructura, las islas inscritas no eran más de 15 y de ellas solo seis tenían derecho a voto.  

Bajo el mando de Soria Terrazas se logró que la FIFA hiciera dos excepciones para aceptar como miembros a dos islas que por su situación geográfica pertenecían y deberían estar inscritas en la Conmebol: Surinam y Guyana. La poca estructura y escaso nivel deportivo para competir contra 'gigantes' sudamericanos fue el argumento de FIFA para aceptar que se registraran en la Concacaf y no en la que les correspondía.  

El control de Soria Terrazas sobre la Concacaf era absoluto, decidía TODO, lo económico, lo deportivo, era como un Dios en la zona. En 1986, Chuck Blazer fundó la liga estadounidense de futbol y como buen visionario y ambicioso empresario que era vio desde ese momento el gran negocio que significaría tener el control de la Concacaf, pues podría organizar todo en su país, pagar en pesos y cobrar en dólares.  

AUTOR INTELECTUAL  

Astuto y divertido como lo era, Soria Terrazas lo minimizó y nunca vio venir el plan que diseñó la maquiavélica mente de Blazer. ¿Cuál era el plan? ganar votos ¿Cómo generar más votos? creándolos, registrando más islas con derecho a voto. Necesitaba un aliado, alguien poderoso y rico que conociera gente en las islas. Cuando Blazer conoció a Jack Warner, el poderoso y oscuro hombre de negocios de Trinidad y Tobago, supo que él era el indicado: era rico, era de las islas y no tenía muchos escrúpulos.  

Warner amaba el dinero por sobre todas las cosas, controlaba el transporte, tenía su propio equipo: el Joe Public, soñaba con ser primer ministro de su isla, el poder lo mareaba. Blazer le ofreció la presidencia de la Concacaf si patrocinaba su plan ir registrando poco a poco islas con derecho a voto, así tuvieran que sobornar, engañar o coludirse.  

Se fueron metiendo como la humedad, lentamente. Warner y Blazer visitaban las islas más pequeñas, se entrevistaban con los gobernantes de la isla, les ofrecían financiamientos ficticios para la construcción de pequeños estadios y unidades deportivas para desarrollar el futbol a cambio de lealtad y una iguala mensual que no superaba los cuatro mil dólares, pero que para los isleños era una fortuna. Los gobernantes y los dirigentes de las ligas de futbol, hoteleras la mayoría, entregaban escritos firmados y sellados avalando apoyos. 

LA ESTAFA MAESTRA 

Con esa documentación, planos ficticios, y fotos de unidades de estadios y unidades deportivas de algunas otras islas, le eran entregadas una a una al equipo de Soria Terrazas, en sus oficinas en Guatemala. “Mira Joaquín, lo que están haciendo en esta isla, solo que para dar los apoyos económicos de ese gobierno y otros patrocinadores que donaran dinero, nos piden que tenga registro ante Concacaf y FIFA. Hay que dárselos y apoyar”, palabras más palabras menos, era el discurso que utilizaban ante Soria Terrazas para sacarle el aval, me confesó Mel Brennan, un exejecutivo de Concacaf que trabajó para Blazer muchos años.  

Confiado en que estaba apoyando el crecimiento del futbol, Soria Terrazas no vio nunca la finalidad del plan y fue aceptando una a una isla por isla con derecho a voto. El tema de los cachirules en 1988, el castigo y la suspensión de México de participar en TODAS las categorías avalaladas por la FIFA por dos años, fue un golpe brutal al liderazgo del dirigente mexicano.  

Blazer y Warner aprovecharon perfecto la coyuntura. En 1989 ya tenían 12 islas registradas con derecho a voto ¡12! Y 21 islas en total. Solo tenían que esperar el momento de las votaciones en Concacaf, proponer a Jack Warner como candidato a presidente y listo. Ya NO habría reelección para Soria Terrazas, al que, además se le había complicado la diabetes que sufría. Esperaron agazapados, sin hacer olas, esperando el momento. Nunca vieron el peligro de la unión de votos en las islas, y si lo vieron, lo minimizaron.  

MEXICANOS APESTADOS 

Cuando vino la elección al año siguiente llegó el manotazo en la mesa y fue brutal: ¡14 votos contra 10! Warner era el presidente y Chuck el secretario general. La rebelión se consumó, el plan maestro de Chuck Blazer había sido perfecto. Ahora tendrían el control de la Concacaf, pero necesitaban blindarse. NO tendrían a NINGÚN mexicano entre los que decidían, no podrían darse el lujo de tener orejas dentro del organismo que ahora controlaban.  

Los mexicanos estarían vetados, de alguna manera, dentro de la organización muchos meses y si por ahí aparecía el nombramiento de alguno como vicepresidente de algún tema de la Concacaf, lo era solo de membrete, no lo invitaban a las reuniones importantes, solo iban a sacarse la foto. Eran vicepresidentes decorativos. Comenzó así una nueva dictadura que duró de 1990 hasta el 2013. 

Año con año, Blazer y Warner iban registrando y avalando islas con derecho a voto en Concacaf. No les importaba si tenían liga de futbol, si tenían estadio, si tenían selección, lo importante es que fueran una isla y tuvieran voto. Sabían que podría haber alguna traición entre los isleños, pero debían ser los mínimos. 

Fueron sumando de una a una hasta llegar a 31 islas, el equivalente a 31 votos. Si los centroamericanos y los de Norteamérica hacían un bloque estilo el PRIAN, nada pasaría. Sumarían solo 10 votos ¿así cómo chingaos podrían perder una elección y el control absoluto de la zona?  

BACANALES COMO SOBORNO  

Así Blazer empezó a decidir TODO: en que torneo SÍ aceptaba que jugara México, en cual NO, en qué condiciones. El judío-estadounidense fue de alguna manera sobornado en 'especie' para que diera su aval de que la Selección Mexicana pudiera participar en la Copa América 1993 y las subsecuentes.  

Los dirigentes mexicanos conocían perfectamente las debilidades del 'gordo', como le llamaban a Blazer, a quien le encantaba la fiesta, los tragos, y sobre todo las mujeres. Cuando venía al entonces DF a avalar o anunciar la participación de México, le organizaban auténticas bacanales. Le cerraban en exclusividad el centro nocturno Solid Gold que se ubicaba en Insurgentes Sur, donde se bebía y pecaba de lo lindo y las cuentas de miles de pesos All Inclusive eran pagadas por tesorería de Doña Fede, que dirigía en ese entonces Roberto Chapa, si no mal recuerdo. Era el precio de la 'certificación' de la Concacaf en aquellos tiempos.  

VECINO DE DONALD TRUMP 

Luego del intensivo casting en aquel histórico table dance, las elegidas acompañaban a Blazer a la suite principal del Camino Real, de Mariano Escobedo. Al día siguiente, generalmente venía el anuncio oficial y un sonriente pero cansado Chuck Blazer emprendía el vuelo a Nueva York, justo a la Quinta Avenida, donde en el piso 17 de la Torre Trump había mudado las oficinas de la Concacaf. Con cargo a la confederación, Blazer alquilaba un penthouse en ese mismo edificio por 25 mil dólares mensuales, y además rentaba otro apartamento ahí mismo, con cargo a Concacaf obviamente, para que vivieran sus 10 gatos. Eso además de las oficinas del organismo.  

Así como lo oyen, Blazer se dio el lujo de ser vecino de penthouse y amigo de Donald Trump. Él decidió poner las oficinas de Concacaf, pisos abajo. En una ocasión Chuck le subarrendó en cinco mil dólares diarios su penthouse al mismo Trump para que grabara un comercial, según documenta la periodista María Pepenfuss en su espléndido libro titulado 'American Huckster', donde documenta la terrible corrupción y como una de las confederaciones más pobres del mundo pagaba la renta y excesos de su secretario general en uno de los lugares más caros del orbe.  

En aquellos momentos todo funcionaba casi de la misma forma. La invitación a la Copa América había llegado gracias a algunos bacanales organizados en hoteles sudamericanos, y el regalo de relojes Rolex que hizo Emilio Maurer a dirigentes de la Conmebol, algunos de ellos en la cárcel o involucrados en el escándalo de sobornos del FIFAGATE, del que Chuck Blazer y Jack Warner fueron piezas claves. 

BURILLO, AL RESCATE 

Después de esa 'certificación' de Conmebol, y de la caída de Maurer e Ibarra, fue Alejandro 'El Güero' Burillo, quien tomó el mando de todas las decisiones del futbol mexicano para bien y para mal. Él puso a Mejía Barón, él arregló la rebelión de jugadores de la Selección Mexicana previo a la Copa América del 93, él consiguió que los equipos venezolanos se jugaran su lugar para participar en la Copa Libertadores mediante el pago de algunos millones.  

En algunos años de esa década, Burillo Azcárraga tuvo el control de casi todo, era presidente del Consejo de Administración de Televisa y también del futbol mexicano. Él sabía perfectamente lo importante y fundamental que era retomar el control de Concacaf para el futbol mexicano, pues si eso no pasaba el crecimiento iba a ser muy lento. En caso contrario, sin peso en el organismo iban a terminar siendo secuestrados y rehenes de las decisiones de quien la manejaran, tal y como sucedió en la época de Blazer y Warner, tal y como sucede ahora que impiden jugar Libertadores y Copa América alegando diversos motivos.  

"¿Cómo podemos retomar el control de Concacaf? Esos corruptos nos van a bloquear y van a vaciar las arcas. Necesitamos tener peso ahí sí o sí", nos preguntó 'El Güero' en una junta en Petit Comité en el piso 7 de Avenida Chapultepec, donde en aquel momento despachaba. Desde ese lugar se diseñó un plan para recuperar el control del organismo. 

¿Quién era 'el gallo' para enfrentar a Warner y Blazer? ¿Cuál era el plan para lograrlo? ¿Por qué NO funcionó? ¿Por qué el futbol mexicano sigue careciendo de poder de decisión en la confederación? ¿Los vicepresidentes mexicanos en Concacaf siguen siendo de papel?  

Muchas preguntas por responder y ya sin espacio para responderlas hasta una próxima entrega...  

“En este país lo primero que hay que tener es dinero, cuando tienes dinero tienes poder. Y cuando tienes poder vienen las chicas”, Al Pacino, en Scarface.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: ¿A QUÉ GUATEMALA ENFRENTARÁ EL TRI EN LA COPA ORO?

Contenido Patrocinado