El lunes tuve el honor de viajar a León a conocer el Instituto Oviedo, el motivo fue la invitación de un entrañable personaje y amigo como lo es Juan Antonio García.
Tuve la fortuna de conocer a Toño cuando era dueño y presidente de Dorados y yo trabajaba como vicepresidente deportivo en Monarcas Morelia. En ese entonces realizamos negociaciones sobre un joven campeón del mundo infantil, Adrián Aldrete, quien terminó prestado y debutó en Culiacán.
Desde ese momento supe que estaba en presencia de un hombre cabal, íntegro, decente y con ganas de hacer las cosas bien. El tiempo nos volvió a reunir en Pachuca en mi investidura del Salón de la Fama, y otra vez hace un par de días en donde quedé maravillado por la consecución de un colegio de alto nivel en todas sus aristas, el fabuloso Instituto Oviedo.
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