Hacía mucho tiempo que no tenía la posibilidad de quedarme desparramado en mi cama con pijama y observar varios duelos de futbol. Tengo cuatro hijos, de los cuales tres viven conmigo, y mi amada japonesa ‘Roska’ Pérez, por lo que cualquier insinuación de tranquilidad, máxime en fin de semana en la casa, resulta impensada. Pues bien, se dio dada la pericia de mi esposa y que a Mariano lo mandamos a dormir con su abuela materna.
Observé varios enfrentamientos que me alegraron el alma: el de Arsenal versus Chelsea, el que más. Poder verte en acción, Mesut Özil, es una canija maravilla: cada vez que tocas la pelota sencillamente seduces, localizas reductos y pasillos en donde los demás nos topamos con paredes.
Pero a lo que le dediqué mayor atención fue a tu debut en Alemania, Marco Fabián. El rival fue el Vfl Wolfsburgo, al que terminaron maniatando. Me parece mejor equipo que tu Eintracht Frankfurt, pero hablemos puntualmente de tu iniciación en las grandes ligas. Siempre expuse mi admiración por tu salubre necedad de irte a jugar a Europa, tu cacumen y habilidad para gestionar en los despachos tu salida me habla de un hombre con inteligencia, ideas claras y elevadas; tú tramitaste tu migración y eso nos indica que eres un personaje visionario. Ahora, atendiendo en exclusiva a tus primeros 45 minutos en la Bundesliga, me parecieron discretos, sumamente discretos; algunos se fueron de bruces por tu buen gesto técnico en el tercer gol de tu compañero Alexander Meier, en el que incluso contaste con fortuna, ya que el centro que enviaste fue triste; eso no exime la buena jugada que hiciste con túnel incluido y un segundo desborde.
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