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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Jesús Corona: bucólico

2019-09-10 | Luis García
LUIS GARCíA
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Cuando parecía que habías sido vetado, regresaste a la Selección Nacional. Ahora, te colocaron en el equipo alternativo, ya que ante Estados Unidos jugaron los supuestos suplentes de esta cofradía, un elegante castigo para los insurrectos, de los cuales tú eres de los más identificables.

Siempre has sido un personaje que va contra corriente, no entiendes otra manera de ser, esa es tu manera de existir, pensar en otras formas de subsistencia no te interesa. Eres una especie de extraño genio que por naturaleza desafía cualquier norma, cualquier regla, y creo, no te conozco, que no lo haces de forma consciente, sencillamente tu rebelde esencia te lleva a ser el niño malo de la película.

No sé si lo disfrutes, pero el rol de malicioso lo ejerces sin mayor dificultad. Asimismo resulta palpable tu habilidad en ocasiones de rozar el limbo, y de la misma manera desaparecer del juego de forma alarmante. Esta incomprensible dualidad es parte de tu sello, cuando juegas bien eres un genio, pero cuando lo haces mal también resulta sumamente notorio.

Supongo que los líricos y artistas como tú no se inmutan por esta bipolaridad deportiva, lo de ustedes descansa en que surja el duende de la inspiración, mientras que para la inmensa mayoría el éxito radica en la necedad de repetir y perseverar hasta conseguir elevar el nivel. Tu retorno ante los Estados Unidos fue luminoso, cuando el partido era tedioso y obscuro sacaste de tu sombrero de mago un hermoso truco que terminó con el primer gol mexicano, y prácticamente la resolución del combate.

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Tu malabar fue sencillamente delicioso, tienes la rara costumbre, y la extraordinaria habilidad, de conducir la pelota con la pierna distinta al costado en donde transitas. Si vas por la derecha conduces con la pierna izquierda, y viceversa. En el primer gol nacional estabas pegado a la banda diestra, conducías con la pierna izquierda, cosa que te permitió, después de un lindo amague, tirar un caño y llegar al fondo.

Cuando te conectas, eres capaz de enarbolar cosas hermosas, ya que incluso antes de tu estocada final hiciste una última pausa para permitir que se movieran todos y con el empeine derecho levantaste un centro con comba en favor de tu cuate Javier Hernández para que metiera su pirulo 52, pero que sin duda fue todo tuyo, todo. Después de tan fantástica jugada regresaste a tu cueva, decidiste guardarte largo tiempo del partido, por ahí tuviste un par de notables intervenciones y poco más.

Daría la impresión que sales de la obscuridad cuando te sientes amenazado o cuando percibes que los tuyos no pueden con el paquete, los encaminas, les aligeras la carga, y vuelves a hibernar. Entiendo que al virtuoso exigirle un funcionamiento parejo y frecuente es insulso y torpe, pero cuando las ausencias de arte son más prolongadas de lo aceptable, todo se desquicia, se rompe el equilibrio, y se termina la paciencia para los fenómenos como tú.

Por otro lado, aunque en ocasiones exista incluso molestia por la indolencia que muestras, cuando frotas la lámpara y haces magia, nos vuelves a embobar los sentidos y a embelesar el alma, y ante Estados Unidos con un par de lindas artimañas lo volviste a conseguir.

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