La primera puesta en escena de la Selección Azteca comandada por ti, Juan Carlos Osorio, fue pulcra, contundente y autoritaria. Se podrá decir que el escaso nivel de El Salvador dificulta el análisis, y sin duda lo entorpece, pero en otras ocasiones con rivales igual de enclenques se ha sufrido y en serio.
Siempre los inicios y las nuevas gestiones generan ansiedad, se notó al inicio del duelo; ansiedad que fue desterrada por tu artística y deliciosa anotación, Andrés Guardado; hoy eres el hombre insignia de esta cofradía, tu injerencia dentro y fuera de la cancha es palpable, tienes la cualidad de que cada vez que te pones la playera de juego expones una mejor versión que la anterior.
El otro punto alto de la Selección fuiste tú, Jesús Corona: tu esencia es rebelde, audaz y aventurera, por ende tu manera de relacionarte con la pelota es la misma. Percibo una evolución en tu comprensión del juego, antes me daba la impresión de que eras un buen futbolista que no sabía jugar futbol; hoy esa impresión ha cambiado para bien. También es verdad que hace algunos meses de forma equívoca te obligaron a ejercer un rol protagónico que no te competía; en la actualidad parece que te llevarán con tiento. Tu brutal facilidad para quitarte oponentes de encima es una virulenta arma para los tuyos, eres un tipo distinto, ya que sueles ganar los duelos individuales y eso no es un tema menor, nada menor; todavía te falta mejorar tu eficacia en la segunda jugada, ya que la primera la tienes dominada.
Luis Fuentes: tu debut en eliminatorias fue luminoso, nadie te había considerado para convivir en estas honorables instancias, pero jugaste fácil y jugaste bien, atendiste tu tarea primordial de manera impoluta, y cuando pudiste fuiste un buen apoyo en ataque. Creo que serás de esos casos que sin mayor bulla se afianzará y terminarás jugando un Mundial.
También tú debutaste, Raúl López, y es sumamente grato observar a un chamaco con potestades presentarse en sociedad con el desparpajo que lo hiciste. Tiraste un par de exquisitos centros de primera intención recordándonos que eres uno de los mejores futbolistas, técnicamente hablando, de la nueva camada. Regresando al colectivo, el primer tiempo del equipo mexicano fue más bronco, más revoltoso, también es cierto que fue cuando más acciones manifiestas de gol generaron; en lo particular disfruté mucho más la segunda mitad.
Con tu adecuación, Juan Carlos Osorio, de jugar con un solo centro delantero, tu equipo se acomodó mejor y fueron varias las razones para que esto sucediera: la primera es que tú, Carlos Vela, empezaste a jugar como interior; tu concurso pegado a la banda te limita, no creo que debas ni puedes jugar tan escorado al costado, empezaste a circundar por dentro del campo y tu clase y múltiples recursos afloraron de forma inmediata. Y la otra razón del buen acomodo mexicano fuiste tú, José Juan Vázquez: no solamente es lo que provocas en lo individual, sino el bienestar que generas en tus compañeros cercanos, pues al jugar como un ancla en mediocampo regalas estabilidad, la cual aprovecharon Andrés Guardado y Héctor Herrera, ya que se soltaron y comenzaron a pisar el área rival de forma frecuente y correcta.
El único asterisco de la estimable presentación mexicana fue el porcentaje de eficacia entre las acciones generadas de gol y las anotaciones conseguidas, malaria, por cierto, que arrastramos por los siglos de los siglos.
Tú, Javier Hernández, en esta ocasión tuviste varias para definir, y acorde con tu enorme capacidad de destrozar redes rivales y a tu fantástica relación con el gol, no estuviste ni cerca fino. De pronto para algunos resulta un sacrilegio que se mencione que tuviste pifias. En lo particular, Javier, me resulta muy sencillo, reitero, muy sencillo, señalar cuando lo haces bien como cuando lo haces mal. Que en México no debatamos sobre futbol, no me exime ni me cohíbe en lo absoluto para exponer mi opinión y sentir. Que quede claro, no debato ni tu legado ni tus brutales números, ni tu jerarquía ni tu grandeza, pero siempre diré sin empacho lo que pienso y lo defenderé con argumentos, no con verdades absolutas, pues ésas a nadie le pertenecen.
En lo particular me gustó que aunque el examen era en exclusiva para ti, Juan Carlos Osorio, terminamos analizando y aplaudiendo a los futbolistas mexicanos, que en su mayoría cumplieron a carta cabal.
De ese sitio no nos debemos mover, dejemos de restarle importancia a los verdaderos actores de este juego, y dejemos de dársela a manos abiertas a quien solamente es complementario. Sigo con la firme ilusión que los reflectores regresen a la cancha y que se alejen un poco o un mucho de los que viven fuera de la misma; que así sea por el bien de todos.




