De ser una de las promesas del futbol mundial, cayó a fichaje fallido y, como el ave fénix, resurgió desde sus propias cenizas. Hoy, tras una gran temporada con el PSG, se corona campeón de Liga y de la Champions. Nada cambió. Por el contrario, su entrega, constancia y confianza en sí mismo permanecieron, y ahora están dando sus frutos.
En sus inicios con el Rennes y el Dortmund, Dembélé tenía todo el potencial para llegar a lo más alto en tiempo récord. Sin embargo, al llegar al Barcelona, algo pasó: comenzaron las lesiones y los rumores de indisciplina. No se estaba cumpliendo la expectativa. El culpable ante los medios: él, y solo él. Pero el talento no basta, también se necesita dirección.
La salida de Neymar aumentó la presión y las expectativas de su llegada al Barça. Las lesiones, la personalidad tímida e introvertida de un joven Dembélé ayudaron a que no estuviera en su mejor estado mental. Lo que requería era una dirección más humana que técnica, que entendiera su momento de vida y carrera, y que —con los constantes cambios de técnicos— no encontró.
No basta con tener jefes, maestros o directores. Se necesitan líderes que entiendan quiénes somos, qué estamos viviendo y cómo podemos crecer a partir de ahí.
Ni el mejor talento del mundo puede florecer si no encuentra estabilidad física, emocional y mental.
Tras 100 partidos perdidos por lesiones, las críticas, los juicios y las dudas llegaron por todos los frentes. Y cuando ya nadie cree en ti, la única manera de levantarte es seguir creyendo en ti mismo.
Dembélé no se quebró. Persistió, aprendió y evolucionó, trabajando con lo que tenía para lograr ser mejor que él mismo.
La huida, para muchos, fue irse al PSG. Pero, como siempre digo, no juzgues las situaciones ni las decisiones, porque no puedes ver el futuro. Y hoy confirmamos que el PSG fue una decisión acertada, donde ha encontrado continuidad, salud, protagonismo y su recompensa por no rendirse: títulos.
Ousmane no cambió, simplemente no dejó de creer en él y le dio tiempo a su proceso, con paciencia, con resiliencia y con convicción.
A veces, para alcanzar el éxito no hay que reinventarnos; hay que comprometernos con nosotros mismos y con nuestra autenticidad.
Esta historia no es solo de un futbolista, es de cualquier persona en cualquier trabajo.
El talento abre puertas, pero la disciplina logra objetivos. Y cuando todo parece estar en nuestra contra, recordemos que la paciencia y la confianza en uno mismo son parte del éxito.
Ousmane Dembélé es la prueba de que los tiempos difíciles no definen el destino, pero sí pueden moldear tu carácter.