Con todo y lo mediático que se ha vuelto el adiós del Cuau, resulta imposible no analizar lo que sucederá horas más tarde en la Sultana del Norte.
Monterrey vino a caminar al Estadio Azul, fue vapuleado y sin duda los dirigidos por Mohamed decepcionaron a más de uno. Tigres, en su visita a Estados Unidos, hizo lo propio y consecuentó a un rival que de milagro no lo marginó del sueño mundialista.
Lo último mostrado por estos dos extraordinarios planteles decepciona, la posibilidad de creer que tan pobres exhibiciones se debieron al interés de llegar completos al Clásico, desvanece la amargura que produjeron sus últimos noventa minutos.
Tigres buscará la pelota, intentará llevar el partido al ritmo que le acomoda y le permite, casi siempre, imponer condiciones. Rayados, se sentirá cómodo sin el balón, se replegará y buscará, vía la contra, liquidar a los de Ferretti.
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