No es la primera vez, pero casi siempre sale indemne. Cristiano protagonizó una nueva agresión esta temporada y ni le amonestaron. Fue en el encuentro en el Bernabéu ante el Sporting de Gijón. Le dio una patada sin balón por detrás a Nacho Cases y el colegiado Undiano Mallenco lo pasó por alto. “Ha sido instintiva”, declaró después Cristiano. “Pudieron sacarme la tarjeta amarilla. Si le doy una patada a propósito no se levanta”, comentó el jugador del Real Madrid que se acabó disculpando: “No debí hacerlo”. No es la primera vez. En esta campaña ya son cuatro.
En la Jornada 10 le dio una patada sin balón a David Simón, de Las Palmas, en el Bernabéu, sin ninguna sanción. Siete días más tarde le dio un puñetazo al sevillista Krychowiak y el polémico árbitro González González tampoco lo amonestó. En el Clásico, contra el Barça, le propinó un claro codazo a Alves en un forcejeo y el colegiado pitó falta y amonestó al lateral brasileño sin que Ronaldo fuera amonestado tampoco.
Cristiano tiene estas cosas. Es capaz de mostrarse muy simpático en la Gala del Balón de Oro con Leo Messi y, luego, a pesar de ir ganando, lanzarle una patada sin balón a un rival. Seguramente si hubiera sido sancionado la primera vez, no se hubieran producido los otros. Lo peor es esa sensación de impunidad. Ya se sabe que el excelente jugador portugués es un tipo racial, capaz de expresarlo todo (lo bueno y lo malo) en un terreno de juego. Pero los árbitros deberían ser menos condescendientes con sus actitudes.
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