El domingo pasado se llevó a cabo el Split 12k de Adidas, carrera que forma parte del programa de entrenamientos rumbo al Maratón de la CDMX.
Esta competencia tuvo un encanto peculiar, ya que los que corrimos supimos lo que significa correr en la montaña. La ruta de doce mil metros recorría El Valle del Conejo, en La Marquesa, Estado de México. Para mí, fue una experiencia increíble, con la distancia perfecta, en un escenario maravilloso.
Correr en trail requiere un entrenamiento distinto y una estrategia de carrera completamente diferente a la que se usa en el asfalto.
Corriendo a campo traviesa es normal tener que hacer adaptaciones del ritmo, incluso, hay terrenos con tramos donde el corredor puede ir muy rápido, con la adrenalina de ir saltando varas y piedras, pero hay pedazos de la ruta en los que se tiene que ir más despacio, hasta el punto de caminar.
Esto puede ser un poco frustrante para quien está acostumbrado a mantener una velocidad constante o a hacer parciales negativos en una carrera, es decir, a ir corriendo a velocidades más rápidas conforme avanza la distancia.
Ajustar el ritmo de carrera se traduce en más desgaste y mayor exigencia de concentración, lo que agrega dificultad a la competencia. Para correr en la montaña no sólo se necesita resistencia física, sino también coordinación, equilibrio y agilidad.
El Split 12k fue una prueba fuerte no sólo para quien fue su primera experiencia corriendo en trail, sino también para corredores experimentados.
La ruta estuvo llena de variaciones, con múltiples subidas y bajadas prolongadas, que a ratos eran más llevaderas porque el espectáculo natural fue impresionante.
El ascenso máximo fue de tres mil 370 metros sobre el nivel del mar, en el kilómetro 10, después de una pendiente de dos kilómetros en la que difícilmente se veían corredores. Escuché todo tipo de cosas en el trayecto del kilómetro nueve al 10: lamentos, porras y opiniones.
Corredores opinando que la ruta no era la adecuada “para correr”, los que comenzaban a especular que la subida ya había sido demasiado larga, lo que permitía asegurar que faltaba poco para empezar a bajar, o los que trataban de correr y animar a quienes iban caminando, incluso más rápido que los que corrían.
Mi lección es que la montaña exige fuerza física, valentía, humildad, pero sobre todo, mucha fortaleza mental.
Pienso que el cuestionamiento no debe ser si fue la ruta correcta o no, en mi opinión fue una gran carrera, perfecto recordatorio de lo que falta por entrenar y de que cada carrera es diferente. Yo también sufrí la subida, también caminé, quizá más de un kilómetro y eso no me hacía menos corredora que los demás, éramos muchos los sometidos.
Verme forzada a dejar de correr, porque mi corazón parecía explotar o porque mentalmente me parecía imposible, me hizo cuestionarme cuántos corredores pudieron realmente mantener el ritmo en una ruta de montaña, en cuánto tiempo habían corrido los que sí lograron correr todo el tiempo.
La respuesta la obtuve al llegar a la meta, cuando entrevisté a los rápidos, los que habían llegado al menos media hora antes que yo, y que humildemente dijeron: “yo también caminé algunos pedazos, así es la montaña”.
Quédese con eso, amigo corredor: así es la montaña. Si usted corrió el Split 12k y sintió que no lo ‘corrió’, olvídese. Fue un reto mental y físico, y cruzar la meta, al menos a mí, me parece suficiente.
¿Qué mejor forma que prepararse para un maratón que recordando que la parte mental es indispensable? Nos vemos en el próximo entrenamiento.




