En repetidas ocasiones he platicado con gente que me dice que de verdad no les gusta correr.
Las razones son diversas, algunas veces son todas juntas: “no sé cómo respirar, me sofoco muy rápido, me siento pesado, siento que no avanzo, no llevo ni cinco minutos y me canso, siento que el tiempo pasa lentísimo y me aburro, no lo disfruto, no es divertido”.
- “Entiendo”– es mi respuesta, generalmente. Y luego sigue el interrogatorio: “¿En qué vas pensando? ¿Cómo haces para respirar sin sofocarte? ¿Cómo haces para no aburrirte?”
El asunto está en que todo eso que sienten es real, correr no necesariamente genera diversión inmediata, pero correr genera muchas cosas positivas.
Correr es un tiempo para desconectarte del mundo, de disfrutar estar al aire libre, de relajarte y al mismo tiempo hacerte sentir energizado y con la sensación de haber logrado algo.
Por si fuera poco, es una gran forma de ejercicio y quema calórica. Pero claro, las primeras veces que corres, el cansancio, pesadez y aburrimiento es real, incluso lo podría dramatizar más: se siente como si trajeras un protector bucal que no te deja respirar o como si trajeras una piedra amarrada a la cintura que no te deja avanzar y eso no suena nada divertido; el parque se vuelve el escenario más aburrido que hayas visto jamás y ni qué decir de la caminadora, una herramienta de tortura.
Todos los corredores pasamos por este periodo de ‘no me gusta correr’, pero la buena noticia es que también todos podríamos superar por completo estas incomodidades y correr felices, sintiendo todo lo contrario: ligereza, libertad, rapidez, total disfrute del tiempo, diversión e incluso felicidad. ¿Cuál es el secreto? Empezar despacio, entrenar y persistir.
Correr puede resultar incómodo, pero no tiene que ser así. Hay tres cosas que se pueden hacer para agarrarle el gusto al asunto de correr.
Lo más importante es que antes de correr hay que caminar. Si lo máximo que puedes correr sin agotarte es un minuto, empieza por eso, intercalando 60 segundos de caminata con 60 segundos trotando, hasta completar treinta minutos.
Conforme correr vaya siendo más cómodo puedes incrementar tiempo de correr-caminar hasta que logres correr la media hora sin parar.
Lo segundo a considerar es correr despacio, trotar a un ritmo que pueda ser cómodo y eso puede ser más despacio de lo que crees.
El objetivo de correr no es romper un récord mundial en el parque, sino sentirte bien corriendo. Incluso los corredores rápidos o los maratonistas para mejorar su marca personal hacen la mayor parte de su entrenamiento a un ritmo menor que el de competencia.
Y el tercer consejo que te puedo dar es que busques la forma de correr que se adapte mejor a ti, algunos corredores prefieren correr al aire libre, otros en la banda. Hay quien corre con audífonos y otros que disfrutan más escuchar su respiración. Mi consejo es que pruebes todas las posibilidades, siempre hay una favorita para cada quien. Correr es un espacio personal y el disfrute depende de los gustos de cada persona.
Pasar de ser una persona que ‘no disfruta correr’ a una persona que ‘ama correr’ puede tomar varios días, semanas o meses. Pero puedo garantizar que una vez que se cruza el puente de los lamentos es increíble, relajante y liberador. Algunos dicen que la parte más difícil de correr es poner los pies afuera de la puerta (y cerrarla, por supuesto).
Prueba, persiste, el cuerpo es sabio y puede obedecer muy bien a la mente. Así que a darle la instrucción a los pies de salir a correr. ¡Suerte!





