El término “vamping” proviene de la combinación de las palabras “vampiro” y “texting” (escribir mensajes). Se refiere al uso excesivo de dispositivos electrónicos durante la noche, especialmente antes de dormir. Esta práctica se ha vuelto común entre adolescentes y adultos jóvenes, quienes pasan horas navegando en redes sociales, viendo videos o jugando videojuegos en sus dispositivos móviles.

Consecuencias del “vamping”
El uso prolongado de dispositivos electrónicos antes de dormir puede tener diversas repercusiones en la salud:
Alteración del sueño: La luz azul emitida por las pantallas inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable del sueño, dificultando la conciliación del descanso.
Fatiga y bajo rendimiento: La falta de sueño reparador puede llevar a una disminución en la concentración, memoria y aprendizaje, afectando el desempeño académico y laboral.
Problemas de salud mental: El “vamping” se ha asociado con un aumento en los niveles de ansiedad, estrés y síntomas depresivos, especialmente en adolescentes.
Adicción digital: El uso constante de dispositivos electrónicos puede generar dependencia, dificultando la desconexión y afectando las relaciones personales.

Recomendaciones para evitar el “vamping”
Para prevenir los efectos negativos del “vamping”, se sugieren las siguientes acciones:
Establecer horarios: Definir un límite de tiempo para el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir.
Crear rutinas de relajación: Practicar actividades como leer, meditar o escuchar música suave para preparar el cuerpo para el descanso.
Desactivar notificaciones: Evitar interrupciones durante la noche desactivando alertas y notificaciones en los dispositivos.
Mantener dispositivos fuera del dormitorio: Colocar los teléfonos y otros dispositivos electrónicos en otra habitación para reducir la tentación de usarlos antes de dormir.

Impacto en la salud mental
El “vamping” no solo afecta la calidad del sueño, sino que también tiene implicaciones en la salud mental. La exposición constante a pantallas puede alterar los ritmos circadianos y aumentar la vulnerabilidad a trastornos como la ansiedad y la depresión. Es esencial reconocer este patrón de comportamiento y tomar medidas para mitigarlo.

Estadísticas alarmantes
El 11% de los menores presenta un uso problemático de pantallas que impacta su vida diaria.
El 32% de los menores está en riesgo de desarrollar un uso problemático de pantallas.




