VÍCTOR EDÚ
Pocos estadios en el mundo pueden presumir de la modernidad del Emirates Stadium, la actual casa del Arsenal.
Llegar es simple, al contar con estaciones del metro, y caminar hasta el inmueble es un verdadero placer, pues a cada paso la construcción va elevándose entre caseríos antiguos. El sitio impone, con un diseño semicircular acabado en acero y cristal, y rematado con fotografías a gran escala de los jugadores abrazados.
Desde que entras a la oficina para visitantes te das cuenta que el Arsenal no escatimó nada para tener un sitio de élite mundial.
Compras el boleto, a un costo equivalente a 450 pesos, y armas el tour a tu gusto. Lo primero que te encuentras es el salón principal, donde hay un busto dedicado a Arsene Wenger, a quien el club honra de esa manera. Ahí tomas un elevador que te conduce al palco principal, donde te puedes sentir como un visitante distinguido del club al sentarte en las cómodas butacas que los invitados y dirigentes de alto rango suelen ocupar en días de juego.
La visibilidad es simplemente perfecta. Desde ese palco puedes contemplar el perfecto campo de juego, cuya instalación fue fue colocada a gusto y exigencia del propio Wenger. Las tribunas rojas, con sus 60 mil butacas color bermellón, crean un hermoso ondular en las partes superiores, permitiendo el acceso de la luz y el aire por las cuatro esquinas; en lo más alto, remata una réplica del viejo y emblemático reloj de manecillas del viejo estadio Highbury.
Al bajar del palco pasas por un hermoso salón de fotografías, donde está una "cápsula de tiempo", enterrada en octubre de 2004 y que será abierta en cien años. Ya en los vestidores, puedes contemplar el buen gusto por el inglés aplicado al deporte. De ahí caminas por un túnel rojo hacia la cancha, donde los visitantes podemos sentarnos en las bancas del equipo local, las mismas que utiliza el Arsenal en cada juego. ¿Pisar el campo? Imposible; es la zona del estadio más vigilada.
El recorrido termina en la imponente sala de prensa, que en realidad es un gran auditorio, superior en tamaño y funcionalidad a cualquier otro estadio inglés, y seguramente como pocos en el mundo.
La visita termina, como es natural, por la inmensa tienda del club, auspiciada por Nike, donde, literal, puedes encontrar lo que quieras.
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