Eran las primeras horas del mércoles 10 de noviembre de 1999 en Guadalajara, César Andrade, junto a algunos de sus amigos que habían decidido salir de noche, se disponía a volver a casa para descansar e irse a entrenar por la mañana con el Atlas. Andrade, ya con unas copas de más y con su compañero de equipo Javier Amador como copiloto, decidió tomar el volante y arrancó, de pronto perdió el control del vehículo y se impactó con el muro de contención. El saldo, dos lesionados de gravedad y un automóvil prácticamente destruido... Eso era lo de menos.
La noticia se difundió de inmediato al tratarse de uno de los jugadores con mayor proyección en el futbol mexicano de aquellos tiempos. Uno de los referentes de ese Atlas estaba lesionado de gravedad, con la pierna derecha afectada. La incertidumbre en esos días era tal que incluso se dijo que la vida de César, de 21 años, corría peligro.
Los días pasaban y la salud de Andrade no mejoraba. No podían controlarle la temperatura corporal, que ascendía a 39 grados, y el hígado empezaba a presentar anomalías. Fue entonces, que el médico Jaime Michel de la Peña, propuso como mejor opción amputar la pierna derecha del futbolista del Atlas para extirpar la parte infectada. La explicación le llegó a la familia de Andrade, que ante la posibilidad de ver perder al menor de los 11 hermanos, aceptó la propuesta del especialista.
Llegó el 16 de noviembre, seis días después del accidente le fue amputada la pierna derecha a Andrade y con ello veía terminada su carrera como futbolista a los 21 años, con poco más de un año como profesional. El sueño se terminó cuando parecía apenas haber comenzado, todo por una noche en la que quería distraerse por haber perdido la titularidad en el Atlas. A partir de esa noche nada fue igual, todo cambió en su vida.
"Recuerdo que solamente fue algo por un sentimiento de coraje. Salí a mitigar eso y cuando desperté ya todo era diferente", compartió Andrade, ahora de 36 años, en entrevista con RÉCORD.
"Es algo muy vago que con el tiempo tratas de asimilarlo y de unir algunas piezas que están por ahí, y a final de cuentas llegas a la conclusión de que fue una decisión mía, una decisión que creo que por el destino había que tomar. Qué pude haber cambiado, no sé qué sería de mi vida si siguiera jugando futbol, pero hoy tengo la certeza de que en la vida hay que tomar decisiones y yo tomé esa decisión errónea o no errónea, no sé, pero cambió completamente mi vida", dijo.
Y efectivamente, la vida de César cambió prácticamente en todos los sentidos. Su carrera como futbolista fue fugaz. A los 19 años, en su natal San José Iturbide, Guanajuato, fue descubierto por el visor Magdaleno Mercado, integrante del Atlas, quien lo llevó a Guadalajara a probar suerte con el conjunto rojinegro, ahí jugó un año en Segunda División y meses después, Ricardo La Volpe lo subió al primer equipo, ante los atributos mostrados de un jugador que destacaba por su velocidad, su garra y su técnica depurada.
Con estas cualidades, el 16 de agosto de 1998, La Volpe no dudó en darle la oportunidad en un partido en Puebla ante La Franja, en donde los Zorros ganaron (1-3). El primer paso estaba dado. Con el paso del tiempo llegaron otros más, como anotar su primer gol, ganarse la titularidad y hasta ser semifinalista en el Invierno 98.
Meses después jugó la Final contra Toluca, con actuaciones que le fueron reconocidas por un premio Citlalli al mejor jugador joven del Verano 99. La revolución seguía su curso, fue convocado a la Selección Mexicana Sub 23 para los Juegos Panamericanos de Winnipeg, aunque no pudo jugarlos, debido a un absceso que tenía en el cuello y que requirió cirugía.
Andrade volvió a las canchas a mitad del Invierno 99 y apenas disputó seis partidos, los últimos como profesional. El último fue el 6 de noviembre de 1999, en la victoria (2-1) sobre Morelia, en el que jugó poco más de cinco minutos. Eso causó molestia y decepción para un jugador que quería la titularidad a toda costa. No quería aceptar el rol de un suplente y fue cuando decidió, en la noche del 9 de noviembre, divertirse un poco para olvidar lo amargo de la banca.
"Me accidenté el 10 de noviembre de 1999, yo creo que a finales de diciembre, empecé a asimilar lo que estaba pasando, cuando me había pasado el efecto del medicamento, porque una vez pasado eso, el golpe fue seco, fue cuando me di cuenta que perdí lo que más quería por eso que hice y empecé a buscar culpables", comentó.
El cambio tan drástico fue duro al principio. César no aceptaba lo que había pasado con su vida. La solución que quiso encontrar lo llevó al alcohol con el paso de los meses y las respuestas seguían sin aparecer. Por momentos, incluso, hasta pensó en quitarse la vida.
"Después del accidente, yo creo que pasé 2 mil días dolido, deprimido, con rencor, triste, amargado, pensé en suicidarme, me alejé, si era solitario me hice más (...). Viví con alcohol, tabaco, muchas tentaciones, con pensar ideas absurdas, tontas, con preguntas, con buscar respuestas donde no había, con tratar de mitigar el dolor con acciones que el único perjudicado era yo", lamentó.
Con el paso del tiempo, Andrade, apoyado por su familia, se dio cuenta que la nueva vida que había tomado simplemente no lo llevaría a ningún lado. Entendió después de varios golpes que lo que debía valorar, a final de cuentas, es que seguía con vida y eso es justamente lo que debía aprovechar.
"Era una etapa diferente, que estoy seguro no volveré a vivir, estoy consciente de que eso me hizo más fuerte, me hizo entender una parte de la vida que no conocía, que no había vivido, que no había pasado y también ha sido algo que me ha hecho entender muchas cosas en la vida. No hay nada como entregarte al máximo en lo que haces, vivir como si fuera el último día, hacer tu trabajo mejor que nunca, agradecer a Dios el estar vivo, el poder despertar, tomar decisiones, vivir y si en algún momento me llega el pesimismo, lo borro, porque no tiene caso quejarse", sostuvo.
Las oportunidades de hacer cosas diferentes llegaron, aunque César no se quedó con los brazos cruzados. Si su pasión es y será el futbol para toda su vida, igualmente entendió que fuera del balón también hay un mundo por descubrir y nuevas cosas por hacer.
"He vivido mi vida al máximo, el entender que había perdido lo que más quería y a partir del momento que dijera, no tengo nada que perder y todo por ganar. Fue la actitud, algo simple, me ayudaron, tuve ayuda psicológica, pero también entendí que la solución la tenía yo, fue un conflicto interno de mucho tiempo en la que mi subconsciente me decía que no podía y de repente yo decía que sí, y así fue hasta que nos pusimos de acuerdo y había que hacerlo y punto. Hoy los recuerdos me dan la pauta para decir que ha valido la pena, no hay quejas", aseguró.
En la actualidad, Andrade da pláticas motivacionales en escuelas y empresas a lo largo del País, mientras promueve su libro 'El partido más difícil de mi vida'. Ahí presenta su vida, desde su niñez hasta el accidente que cambió su vida, lo complicado que fue aceptar lo ocurrido y llegar a ser la persona que es en la actualidad, sin rencores, sin lamentos, deseoso de trascender, ayudar a quien lo necesite, compartir experiencias y dejar un mensaje a quien lo lea o lo escuche: "Le digo a la gente que valore lo que tenga, que es lo mejor que le puede pasar, a dónde irás, solamente tú puedes decidirlo, tu trabajo, tus acciones serán importantes, diviértete, vive la vida, disfruta y sobre todo, recuerda que eres único, original".
Del futbol, César no dejará nunca esa pasión que lo llevó a ser profesional, por lo que ese deseo de continuar y aprovechar oportunidades, está más que latente. Alguna vez ya ha dirigido equipos universitarios e infantiles, pero el sueño es llegar al ámbito profesional. Es su meta y la quiere cumplir. Al final el balón siempre será uno de sus aliados.
"Hoy estoy contento, con muchas ganas, con deseos de dedicarme al futbol, que sería espectacular para mí, porque es mi vida el futbol y yo sé que se va a presentar la oportunidad. Algunas veces me han invitado y por razón no se ha dado, aparecer", indicó, no sin antes dar un resumen de su vida:
Mi vida ha sido bien vivida, cada día ha sido así, no hay queja, venimos a aprender y yo he vivido el contraste de muchas cosas y me siento orgulloso de estar aquí vivo, de haber superado la adversidad en algún momento, que no es que sea malo, de haber jugado futbol, de haber estado en Primera División, me siento contento, tranquilo, en paz, seguro por haberme levantado. Fue algo diferente y no estaba preparado para eso, porque para ser futbolista sí me preparé muchos años, pero para haberme equivocado nunca me preparé", aceptó.











