JAVIER CARMONA
Los primeros rayos de luz despertaron el ánimo de la afición de Pumas. Ciudad Universitaria recién se iluminaba cuando cinco autobuses ya esperaban a los aficionados para comenzar su aventura hacia el Estadio Morelos.
No importaba que el reloj marcara las siete de la mañana, pues la séptima estrella de la UNAM está cerca y nadie se la quiere perder.
La caravana partió. Dos paradas en el trayecto fueron suficientes para conseguir ‘provisiones’ y ‘cargar’ batería. La segunda escala fue la más larga, en Zinapécuaro, donde durante dos horas practicaron algunos cánticos, mientras aguardaban la espera de tres camiones más para llegar unidos a su destino final.
Tras siete horas de camino, la Rebel llegó a Morelia, donde combatió con goyas el recibimiento hostil de las autoridades estatales, quienes los esperaban en el estacionamiento del Estadio Morelos, pues no existió ningún retén a la entrada del estado, como lo habían anunciado las mismas autoridades.
La revisión fue minuciosa. Uno a uno, los hinchas de Pumas fueron inspeccionados mientras las botellas vacías eran descargadas del autobús para llevarlas al cesto de la basura por parte de los policías; los instrumentos de la ‘banda’ fueron inspeccionados.
Como preámbulo del comienzo del partido, la lluvia cayó para apaciguar los ánimos de los elementos de seguridad, mientras se comenzaba a disfrutar una fiesta a los alrededores del inmueble por parte de los fanáticos michoacanos, así como por los capitalinos.
Sin contratiempos, la porra de Pumas llegó al Estadio Morelos
| BERNARDO MALDONADO
1 de Enero de 2013




