BRENDA GRACIANO
Vuelos espectaculares, don de liderazgo y precisión en las salidas son características que en su momento tuvo el mítico Mateo Bravo, bajo el arco de Tigres. Todo esto a la postre le darían la oportunidad de ser el encargado de elegir a los guardianes del arco felino en las siguientes generaciones.
Fue ahí donde conoció y le dio la oportunidad a Enrique Palos de pertenecer a la institución auriazul por allá del año 2001, cuando el hoy arquero felino llegara a pedir una oportunidad en compañía de sus padres a las instalaciones de La Cueva.
"Enrique (Palos) llegó conmigo a los 15 años, me lo presentaron sus papás en Zuazua y me pidieron una oportunidad para él y les dije ‘sí, con mucho gusto’; venía del futbol amateur, pero ya mostraba grandes dotes, tenía buena altura y se le desarrolló mucha fuerza, movilidad y agilidad”, dijo.
Mateo se expresó respecto al récord que el pasado sábado superó Enrique Palos de más minutos sin recibir gol en el arco felino, un hecho que lo halaga por haber sido uno de sus formadores.
"Imagínate que uno de tus discípulos esté llegando a superar tu récord, pues es de mucho orgullo para mí, la verdad me siento muy honrado de haber forjado estos porteros en su momento. Les dimos grandes bases de trabajo, el fruto ahí está a la vista de todos, nadie lo puede refutar y me siento muy contento, muy halagado”, apuntó.
El legendario arquero recordó que como entrenador de porteros de los Tigres tuvo bajo su tutela a jugadores como Édgar Hernández (Puebla) y Jorge Díaz de León (Querétaro), además de Palos, los cuales formaban lo que se denominó el proyecto Diamante.
"Verlos a los tres que se convirtieron en grandes arqueros, uno en Tigres, otro en Querétaro, otro en Puebla y haber convertido a gente como Martín Zuñiga que fue de Tigres, después de Chivas, donde fue Campeón cuando se fue con Gustavo Nápoles y Mariano Varela.
"Ese es un punto de gran satisfacción para mí el haber forjado grandes porteros mientras Tigres me dio la oportunidad de trabajar con la gente joven”, expresó.
El récord que cayó
La marca de Mateo Bravo permanecía en los Tigres desde la Temporada 1975-76, cuando acumuló 453 minutos sin recibir anotación, entre las Jornadas 26 y 31. Aquella buena racha terminó con un gol de Sergio Armando Almirón, al minuto 31 de un duelo contra Curtidores.




