Desde el silbatazo inicial, el partido se percibía como una batalla de voluntades. Qatar, anfitrión de esta fase, manejó los hilos del balón en la primera mitad con insistencia y dominio territorial. Omán, paciente y compacto, aguardaba el momento para contraatacar. Lo que se vivió en ese estadio no fue un choque repleto de goles, sino un duelo lleno de tensión: la superioridad local sin traducirse en anotaciones, el nervio del visitante cuando encontró espacios, y la figura de Akram Afif, quien tuvo en sus botas el gol que pudo cambiar todo.
Cuando el descanso llegó, Qatar no había logrado doblegar una defensa omaní férrea. Omán había entregado trabajo colectivo: defensa ordenada, repliegue compacto, alguna escapada ocasional. En ese contexto, la mejor oportunidad de los primeros 45 minutos fue para los locales, sí, pero no definitiva. El verdadero momento de inflexión vino justo al arranque del segundo tiempo, cuando Afif, desde privilegiada posición, disparó desviado. Error presumible, imperdonable. El delantero catarí quedó con el rostro rígido, sintiendo el peso de lo que pudo ser.
Aquella jugada se volvió símbolo. Qatar persistió, apuró, presionó. En los minutos finales, el mono ofensivo emergió: envíos al área, centros, remates cercanos que no alcanzaban. Empero, Omán resistió su estructura y cerró líneas. El empate (0-0) terminó por quedar corto para los locales, pero para los visitantes fue un resultado valioso: resistir frente a un dominador. Al concluir el partido, la frustración local contrastaba con los abrazos contenidos de los omaníes.

Afif y la ocasión que no fue
Akram Afif, capitán qatarí, tuvo en el minuto 49 la mejor chance clara del encuentro. Cortó hacia el área, recibió un regalo de la defensa rival y en un mano a mano disparó desviado, quizá desequilibrado o apurado.
Que un jugador de su calidad pierda una oportunidad tan nítida habla también del nervio y de la presión que se siente cuando el gol se vuelve urgente. Y más aún en eliminatorias hacia un Mundial que Qatar quiere ser parte esencial.

Omán resiste con éxito
Omán, dirigido por Carlos Queiroz, construyó una estrategia defensiva que funcionó. Se replegaron con orden, no concedieron huecos grandes y aprovecharon sus momentos para generar peligro, aunque no consiguieron rematar con eficacia.
La resistencia visitante fue más mental que táctica incluso: frente al empuje local en los últimos 15 minutos, los Garudas cerraron espacios, lucharon los balones divididos y no permitieron que el rival rompiera el cerrojo.

¿Qué significa este empate y hacia dónde se encamina el grupo?
Este resultado tiene implicaciones notables. Qatar suma un punto que no sabe si será suficiente en su lucha por acceder directamente al Mundial 2026. Omán, por su parte, suma algo que le da aire en un grupo donde cada punto pesa. En el formato de clasificación de Asia (AFC), los grupos se tornan muy ajustados: solo los líderes avanzan directamente al Mundial, mientras los segundos disputan rondas adicionales.
El calendario no da respiro. Omán viajará a Al Rayyan para medirse con los Emiratos Árabes Unidos el sábado, mientras Qatar también enfrentará a los Emiratos poco después. Ambos partidos serán fundamentales para definir el rumbo del Grupo A. Cada selección sabe lo que está en juego: conseguir victorias, recuperar moral, no perder ritmo.





