El futbol vive en un ciclo de exceso que amenaza con 'romper' a sus protagonistas. Lo que antes era una señal aislada hoy es una epidemia silenciosa: jugadores que no se detienen, cuerpos que no aguantan. Lamine Yamal, la joya de 18 años del Barcelona y de la selección española, se ha convertido en el nuevo símbolo de un deporte que exige más de lo que el cuerpo humano puede soportar. Cayó lesionado durante la concentración con España en septiembre, y con él se encendieron todas las alarmas.
El joven extremo, que apenas ha alcanzado la mayoría de edad, acumula 130 partidos y casi 10.000 minutos profesionales, cifras inusitadas incluso para veteranos. Lo que en otro tiempo sería una carrera cuidadosamente gestionada, hoy parece una carrera contra el tiempo. Su caso no es una excepción, es el reflejo de un sistema que prioriza el calendario por encima del bienestar.

Un futbol sin pausa ni respiro
El informe más reciente de FIFPRO, el sindicato mundial de futbolistas, expone una verdad incómoda: los jóvenes de hoy juegan el doble de minutos que las generaciones anteriores. A los 18, Yamal ya ha disputado casi el doble de encuentros que Iniesta o Xavi a esa edad. Su talento deslumbra, pero también su resistencia. No es casualidad que haya necesitado infiltraciones para seguir jugando. "Fue a jugar con su selección con dolor. Eso no es cuidar a los jugadores", reprochó su técnico, Hansi Flick.
Otros nombres confirman la tendencia. Federico Valverde acumuló 72 partidos y más de 6.600 minutos en una sola temporada, el 81% de ellos con menos de cinco días de descanso. Rodri, pilar del Manchester City y de España, superó los 130 partidos en dos años y terminó con una lesión de cruzado que lo dejó fuera más de siete meses. "Cuando sigues cargando y cargando, el cuerpo se rompe", advirtió Mikel Arteta.

Incluso quienes aún parecen incansables, como Pedri, Hakimi o Modrić, están pagando el precio. Partidos cada tres días, viajes sumamente largos y pretemporadas inexistentes dibujan un escenario de desgaste colectivo. El futbol, advierten los médicos, ha superado su propio límite fisiológico.
Un calendario que devora el talento
El calendario internacional ya no ofrece respiro. La expansión de torneos, desde el nuevo Mundial de Clubes hasta las Ligas de Naciones, han convertido el descanso en un lujo. Tras la Eurocopa 2024, solo el 14% de los jugadores cumplió los 28 días mínimos de recuperación que recomiendan los expertos; tras la Copa América, apenas el 9%. "Todos sabemos lo que pensamos: estamos hartos", reconoció Alisson Becker, portero del Liverpool.

El contraste con otros deportes es evidente. En la NBA, los jugadores completan 80 partidos pero disfrutan de cuatro meses libres. En el futbol, las vacaciones rara vez alcanzan las tres semanas. "Puedes regenerarte si descansas, pero aquí no hay tiempo para hacerlo", lamentó Pep Guardiola.
A esa saturación se suma el coste invisible: los viajes. Mathew Ryan pasó 217 horas en avión, Onana recorrió más de 120.000 kilómetros y Moisés Caicedo jugó cuatro partidos en dos continentes en apenas dos semanas. "Ignorar las consecuencias del exceso llevará a cualquier jugador a lesionarse", advirtió Marcelo Bielsa.





