HERIBERTO MURRIETA
Con pocas corridas en el cuerpo a lo largo del año, el potosino Fermín Rivera dio la gran sorpresa en lo que va de la Temporada Grande con una faena sobria, seria, sin chabacanerías, que le valió el corte de una oreja de peso ayer en la Plaza México, que registró una regular entrada.
La séptima corrida del serial tuvo un toque marcadamente juvenil: el promedio de edad de los actuantes era de 21 años, 6 meses.
A pesar de su poca fuerza, el cuarto toro fue el más potable del encierro jalisciense de Villa Carmela, pues tuvo nobleza y buen estilo dentro de las limitaciones propias de su debilidad.
Rivera se acopló asombrosamente dentro de una obra realizada con los pases fundamentales, sin recurrir al efectismo buscador del aplauso fácil. Joven todavía (apenas 23 años), el sobrino de Curro Rivera demostró que merece más oportunidades.
Selló su importante labor con una certera estocada. En el primero había salido al tercio tras una labor empeñosa que finiquitó con una estocada trasera.
El hidrocálido Mario Aguilar cortó su segunda oreja de la campaña con base en la entrega frente a un toro, el sexto, que duró poco y acabó acortando su recorrido.
Aguilar consiguió muletazos meritorios y mató con puntería al primer viaje, ganando un apéndice. Su primero llevaba la cara alta y no permitió el lucimiento.
Por su parte, el sevillano Daniel Luque apuntó detalles de la magnífica calidad que atesora pero se estrelló con un lote de pobres condiciones, que fueron en general las del encierro, bien presentado, justo de fuerza, de Villa Carmela.
Al final del paseíllo hubo un minuto de aplausos en memoria del ganadero Pablo Labastida, cuya muerte causó una gran tristeza en el ambiente taurino.
Para el próximo domingo 25 de diciembre la empresa anuncia la corrida navideña con el rejoneador Emiliano Gamero y los matadores Alfredo Gutiérrez, Eduardo Gallo (español) y Alejandro Martínez Vértiz, con toros de Campo Hermoso, del ganadero Pablo Suárez Gerard.
