¿Por qué no deberías usar emojis?

El primer correo electrónico se envió en 1971 y su contenido era una secuencia de letras sin significado alguno… Y 46 años después, estoy seguro que muchos seguimos recibiendo diariamente correos, que por más que le buscamos, no tienen significado alguno.

Y es que aceptémoslo, en un mundo en donde correos van y correos vienen, solemos olvidar que éste es uno de los medios de comunicación que más se prestan para causar enfados o confusiones, pues al carecer de señales que expresen algún tipo de emoción, una frase puede ser interpretada de distintas formas: Desde el clásico que cree que te cobran por letra y entonces abrevia palabras y frases, saltándose “a vcs tds ls vcles”, hasta el sentidote que aplica el “me habló muy feo”.

Tal vez esa sea la razón por la que millones de personas en todo el mundo han adoptado los emojis como una herramienta de contextualización en sus correos electrónicos.

Y es que, ¿qué problema puede causar una simple carita sonriente dentro de un correo electrónico?

A primera vista, una sonrisa no cae mal a nadie, o al menos eso creíamos, y tal vez esa fue la razón por la que un grupo de científicos de la Universidad de Néguev, en Israel, decidió explorar cuáles eran los efectos que producían los emojis o, puntualmente, las caritas sonrientes en los correos electrónicos de trabajo.

El hallazgo tal vez les borrará la sonrisa a muchos, pues el experimento, aplicado a casi mil personas de 29 países distintos, reflejó que la mayoría de las personas que encuentran una carita feliz en un correo electrónico, lejos de sentir simpatía o algún otro tipo de conexión con el remitente, tienden a pensar y/o a asumir que la persona que envió el correo es poco profesional, inexperto o incapaz de sostener lo dicho en su correo.

Así que: ¡Ouch! Si son de los que gustan repartir emojis en sus correos de trabajo, lo están haciendo muy mal.

Aunque bueno, no tan mal como esos que te mandan un mail y a los tres minutos te llaman para saber si lo recibiste, como si esto fuese 1995 y te acabaran de enviar un fax.

Y es que al final tal vez valga la pena recordar los consejos de los expertos, que nos recuerdan que los correos electrónicos son como las cartas, por lo que no hay nada mejor que ser educado, saludar al destinatario, poner el mensaje concreto de lo que queremos comunicar, despedirnos y firmar con nuestro nombre.

Ahora que si eso los sigue metiendo en problemas, ¿por qué no llamar por teléfono?

Y es que ¿en qué momento se convirtió todo tan complicado?