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Opinión

Alejandro Molina Bortoni

Experto en psicología y desarrollo humano que trabajó con la Selección Mexicana durante el proceso de Ricardo La Volpe. Molina llevará los lectores todo lo relacionado a la psicología y el deporte.

¿Cuándo es suficiente?

2021-07-15 | ALEJANDRO MOLINA
ALEJANDRO MOLINA
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Lionel Messi había sido ya campeón juvenil y campeón olímpico, pero no le había tocado triunfar con la selección mayor de Argentina, con la que llevaba cuatro Finales sin lograrlo. Ahora es campeón de la Copa América. Se dice que es un momento histórico.

En la página oficial de Messi, sus estadísticas hablan por sí mismas, lleva 672 goles, 278 asistencias, 778 partidos, 35 títulos y 78 premios. ¿Y no era suficiente? ¿Tenía que ganar esta Copa con la selección mayor? ¿Ahora sí? ¿O debemos esperar la Copa del Mundo para darle el sí absoluto? Incluso, algunos críticos se atrevieron a decir que su compañero Ángel Di María es el que se llevó el mérito en esta Copa. ¿Ahora sí está al nivel de Diego Armando Maradona?

Hugo Sánchez declaró en su programa a favor de Lionel en su comentario: “La grandeza de Messi no necesitaba ese título”. El jugador argentino, por su parte, declaró: “Es una locura, inexplicable la felicidad que siento. Muchas veces me había tocado irme triste y sabía que alguna vez se me iba a dar, y creo que no había mejor momento que éste, este grupo se lo merecía de verdad y es algo impresionante, muy feliz”.

Aprovechemos este gran momento del futbolista para reflexionar sobre cuándo será suficiente en nuestras vidas y cómo estamos enfrentando nuestros éxitos y fracasos. El psicólogo Nathaniel Branden habla del síndrome de “nada es suficiente” que podría explicarse como la incapacidad de muchos de estar satisfechos con lo que se tiene o se es, y por consecuencia, por lo que ocurre en sus vidas. Vemos a tanta gente que al parecer tienen tanto qué valorar y apreciar, y sin embargo, viven en la queja permanente y en este sentimiento de que nunca nada es suficiente.

El tema es una cuestión de expectativas, tanto de las que tenemos sobre nosotros mismos como lo que otros esperan de nosotros, sobre todo si nos sentimos en la obligación de cumplírselas.

Sabemos que ni ser el mejor del mundo en cualquier aspecto es garantía de felicidad. El tener expectativas altas y realistas es deseable en el contexto de la mejora continua y la búsqueda de la virtud. Sin embargo, si éstas son desproporcionadas o no es posible alcanzarlas, no deben ser causa de una permanente insatisfacción.

Es sabido que quienes viven con este síndrome, jamás llegarán a resolverlo, porque es una cuestión de una falla en valoración interna, una valoración que podría darles una enorme satisfacción si aprendieran a manejar el juego de las expectativas, de quiénes son y dónde están. La ventaja de esta evaluación positiva deriva en muchas emociones satisfactorias y la capacidad para gozar de la vida que se tiene en el momento actual.

Estimados lectores, cosechemos todo lo positivo en nuestro presente, atesoremos y valoremos lo que somos y tenemos. No permitamos que expectativas de otros nos saquen de las propias. Sigamos generando aspiraciones al futuro, pero que no nos alejen de disfrutar nuestro presente en plenitud, sintiendo la satisfacción de avanzar en nuestras vidas a nuestro ritmo, esfuerzo y capacidad.

Felicidades a Lionel por lo logrado. Estoy seguro que es más que suficiente.

“Revitalízate, vuelve a la esencia de lo que te da el éxito”.

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