opinion.blog.christian-martinoli.d10s-de-la-tempestad
Opinión

Christian Martinoli

Uno de los mejores cronistas deportivos en México, trabaja para TV Azteca y ha colaborado con RÉCORD desde 2010.

D10S de la tempestad

2020-11-25 | Christian Martinoli
CHRISTIAN MARTINOLI
Comparte en:
Contenido Patrocinado

ESTA COLUMNA SE ESCRIBIÓ EL 30 DE OCTUBRE DE 2014

"Yo crecí en un barrio privado de Buenos Aires. Privado de luz, de agua, de teléfono", frase made in Maradona.

Diego fue el quinto de ocho hermanos, que nació en el amplio y difícil conurbado de la capital argentina. Villa Fiorito, como reza la letra del tango 'Uno', es un lugar donde se "sabe que la lucha es cruel y es mucha, pero lucha y se desangra por la fe que lo empecina". 

Su casa una de las épocas que era de cemento en el barrio tenía dos pequeños cuartos, uno para los padres y el otro para los hijos, es decir, dormían ocho chamacos en la misma habitación. 

"Cuando llovía había que andar esquivando las goteras, porque te mojabas más adentro de la casa que afuera; no teníamos agua: así empecé a hacer pesas, con los tachos (cubetas) de veinte litros de aceite YPF (petrolera argentina). Los usábamos para ir a buscar agua hasta la única canilla (llave) que había en la cuadra, para que mi vieja pudiera lavar, cocinar, todo. Y para bañarnos también: con la mano sacabas el agua del tacho y te la pasabas por la cara, por los sobacos, por las bolas, por los tobillos, entre los dedos. Lavarse la cabeza era más complicado, te imaginas, y en invierno más valía zafar" cuenta en su libro "Yo soy el Diego" 

Mientras su padre Don Diego trabajaba más de trece horas diarias en una fábrica de molienda, su madre Doña Tota, se hacía cargo de los niños y se sacrificaba por ellos: "Me di cuenta mucho después que los dolores de panza de mi vieja eran porque ella no comía para darnos de comer a nosotros" dijo en el 2003 quien fuera astro del futbol mundial.

Como una constante en muchas de las grandes estrellas del futbol, los estudios no eran su fuerte, únicamente pensaba en la pelota y fue ésta la que le abrió el camino al éxito. A los 10 años jugaba en las Cebollitas un equipo para elementos de 13 años, que fungía como inferiores del club Argentinos Juniors, ahí consiguieron ganar 136 partidos de manera consecutiva con Maradona siendo la figura.

El premio para los mejores de ese equipo era ser recogebalones en los partidos de Primera División, sin embargo un día invitaron a que el zurdito sensación, dominara la pelota al medio tiempo, tal fue el éxito que lo hacía en cada juego de local que tenía el llamado "Bicho rojo de La Paternal".

Una semana antes de cumplir 16 años, Diego Armando debutó en el máximo circuito del futbol argentino, lo hizo entrando de cambio a los 61 por Giacobetti, portaba la camiseta número 16 y en la primer pelota que tocó le hizo un túnel a Juan Domingo Cabrera mediocampista de Talleres de Córboda, el partido lo perdieron 1 a 0 gracias al gol de Luis "Hacha" Ludueña (sí, el padre del "Hachita"); la prestigiosa revista El Gráfico dijo "Argentinos quedó sepultado en su incapacidad ofensiva. Ni siquiera la inclusión del sorprendente, habilidoso e inteligente ex 'cebollita' Maradona, alcanzó para resolver el problema". Había empezado una leyenda.

Cada semana la gente abarrotaba las gradas para ver al habilidoso melenudo con estatura de adolescente que manejaba la pierna izquierda como nadie y tocaba la pelota de forma angelical. 

Con apenas un año y mediocomo profesional fue convocado a la Selección mayor y cuando todo mundo pensaba que entraría en la lista definitiva para la Copa del Mundo de Argentina 78, César Luis Menotti, le dio el primer gran golpe a su carrera, a los 17 años lo dejó fuera. Un referente del plantel Leopoldo Jacinto Luque se acercó y le comentó "Mira nene, quédate tranquilo que vas a jugar tres o cuatro Mundiales", Maradona nunca perdonaría a Menotti. 

Un año después junto con Ramón Díaz sorprendieron al mundo al ganar el título juvenil en Japón. 

El popular Boca Juniors, vivía horas negras en lo deportivo y sobre todo en lo económico, quería dar un golpe en la mesa y sabedores que Maradona había rechazado una oferta de River Plate, debido a su fanatismo por el cuadro Xeneize, fueron por él aunque tuvieran que hipotecar La Bombonera.

La conexión fue instantánea, surgió un amor eterno entre ambas partes. Diego era insostenible para el mercado y desde España, apareció el Barcelona para comprarlo. Todo estaba puesto para triunfar, porque aparte Menotti lo entrenaría. Sin embargo, su pesadilla particular comenzaría a construirse. La exuberante vida nocturna catalana, la fama y la fortuna le abrieron caminos desconocidos que no supo controlar y que lo atormentarían durante décadas. Para colmo en lo deportivo una hepatitis, la terrible fractura que le propinó Andoni Goikoetxea y la añoranza por el terruño lo hicieron caer en una depresión tan profunda que decidió irse del club para alivio de los dirigentes. Solo algunas joyitas individuales dejó en la Ciudad Condal, que amargada vio cómo se le iba su hipotético héroe.

Maradona apellido de origen gallego que podría pasar camuflado tranquilamente como napolitano y ser de Nápoles es una manera exagerada de representar lo italiano y muchos argentinos algo de italianos tienen. 

La anodina SSC Napoli, lo compró por una cifra récord y lo presentó como el hijo que la inmigración se llevó a tierras lejanas. El estadio San Paolo repleto rugió como nunca antes lo había hecho. Diego era el dueño de sus almas sin siquiera tocar todavía una pelota.

Lo que pasó ahí durante siete años fue una historia de pasión, odio, locura, traición, orgullo, identidad, triunfos, gloria, desencanto, destierro, tristeza y nostalgia sin límites ni parámetros. 

La zurda del 10 hizo que el empobrecido sur tuviera, por lo menos escudado en el futbol, un motivo suficiente para derrotar al ostentoso y flemático norte italiano. Además los triunfos del cuadro celeste llegaron en la mejor época de la Serie A, cuando los equipos de la Península dominaban gran parte de Europa. Maradona podía no entrenar, ser amigo de "La Camorra" (la mafia local), evadir impuestos, enfiestarse diario y criticar al Vaticano, que a los napolitanos no les importaba nada, lo amaban y lo siguen amando con desenfreno. 

Pero para "El Pelusa" nunca hubo nada más importante que jugar con su Selección, no importaba la distancia, la instancia o sus condiciones físicas, siempre estuvo ahí para defender a la albiceleste. Desde la frustración de España 82; siguiendo por la apoteósica actuación y consagración en México 86; pasando por la sufrida e increíble historia de Italia 90; cerrando con el esperanzador y a la vez tortuoso desenlace en Estados Unidos 94, el Mundial de "Me cortaron las piernas". Maradona vivió de todo con su querida camiseta.

El maltrato que le ha provocado a su cuerpo lo puso de cara a la muerte en un par de ocasiones. "Sino fuera por Claudia (su ex esposa) yo estaría en el cajón. Las droga te mata. Te aniquila" comentó en 1996.

Cinco años después se despidió de su gente y con sus amigos en la cancha de Boca, con lágrimas en los ojos agradeció el cariño y acuñó una cita memorable "Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha".

Películas, documentales, más de 100 libros se han escrito sobre él. Para saber lo que era Maradona cómo jugador podríamos resumirlo diciendo que para muchos es el único que podría poner en entredicho el reinado de Pelé. 

En el 2000 afirmó: "Hasta ahora he vivido cuarenta años pero que valen por setenta. Realmente me sucedió de todo. De un golpe salí de Fiorito y fui a parar a la cima del universo y allí me las tuve que arreglar yo solo".  Mañana cumple 54.

Se peleó con todos y se amigó con todos. Es un huracán de emociones, un ave de tempestades, un hombre que lucha todos los días contra su enfermedad, un tipo sin filtro que dice las cosas que piensa, aunque parezca que no piensa mucho lo que dice. Un genio de la pelota al que sus fieles le construyeron un traje de todopoderoso y él se lo creyó. Un jugador de trampa y magia, capaz de meter "La mano de Dios" y cuatro minutos después hacer "El gol del siglo".

Un pecador como cualquier otro, un defensor de los pobres, un ofensor de los ricos, un hombre directo, exótico, excéntrico, leal, impulsivo, engreído, agresivo y amoroso; un idealista, un incendiario, un revolucionario, un comunista de Ferrari y Rolex, un incongruente, un sujeto real y a la vez un personaje ficticio.

Un padre que ama a sus hijas pero que ha negado a sus hijos. Alguien con muchos defectos y varias virtudes. Para millones fue un monstruo como jugador y para otros tantos es una monstruosa persona. Al final de cuentas, en el papel, simplemente es un ser humano, pero que a diferencia de los demás le hicieron una "Iglesia" y le dicen D10S. Ámalo u ódialo porque así es Diego Armando Maradona. 

"Yo soy, o blanco, o negro, gris no voy a ser en mi vida", palabra de D10S.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: MARADONA SOBRE LA FRASE PARA SU LÁPIDA: “GRACIAS A LA PELOTA” 
 

Contenido Patrocinado