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Opinión

Ignacio Suárez

El Fantasma ha recorrido el mundo del deporte a través de 6 Mundiales, 10 Copas América y 5 JO. Aportará a RÉCORD su conocimiento y exclusivas.

El grito y la impunidad del estadio

2021-06-23 | Ignacio Suárez
IGNACIO SUáREZ
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Han pasado más de dos décadas que nació un grito que hoy tiene de rodillas a Doña Fede y al futbol mexicano. No se sabe bien a bien en qué momento preciso surgió la idea de gritarle puto al arquero que despejaba el balón en un saque de meta. Se tiene la certeza que fue en los juegos del Atlas, hay quien se lo atribuye a una de las barras, que lo inventó con la idea de joder a Oswaldo Sánchez, el canterano rojinegro que se fue con el acérrimo rival.  

Ese grito se hizo famoso y se convirtió en una epidemia verbal en el futbol mexicano a partir del Preolímpico del 2004 efectuado en Guadalajara, donde la selección de La Volpe se enfrentó a la de Estados Unidos. Eso fue el gran detonante. 

Han pasado los años y han ido y venido amenazas, multas, campañas mediáticas buscando erradicarla con resultados paupérrimos. Finalmente, la semana pasada llegó el manotazo de FIFA; México NO podrá jugar con público dos de sus juegos como local de la eliminatoria mundialista. Si al cumplir el castigo, el público reincidiera en el grito, se perderían tres puntos, si esto continuara la Selección Mexicana sería castigada y excluida de la Copa del Mundo de Qatar.  

He de confesarme culpable de que en muchas ocasiones que asistí como aficionado a un juego fui parte de la comparsa multitudinaria de la coreografía y gritos que servían para molestar al portero del equipo rival. Era parte de la diversión, del folklor, pensé, nunca en esos momentos imaginé en lo que se convertiría, trascendería y el peligro que sería para la industria futbolística de nuestro país.  

No puedo negar que lo hice, pero hoy ya NO tengo ninguna justificación para seguir haciéndolo pues el entorno ha cambiado dramáticamente. No porque NO me afecte a mí, voy a perjudicar a otros por un hecho que NO me cuesta nada suprimir. Es inadmisible mantener esa conducta, puede haber mil pretextos, pero ninguna justificación.  

EL ESTADIO, TEMPLO DE IMPUNIDAD 

Cuanta razón tenía el prestigiado escritor y académico mexicano, Guillermo Sheridan, cuando en el 2013 escribió un artículo al que tituló: 'El bochornoso puto', donde acuñó una frase brutal: “El estadio permite, si no es que propicia, los peores comportamientos...”. Y fue más allá: “En pocas condiciones el mexicano se siente tan a sus anchas como entre la impunidad del tumulto, en el estadio es una ebriedad que emplea como lenguaje la orina voladora. La multitud practica ferozmente su rencorosa xenofobia hasta verla convertirse en medalla identitaria...”  

Sheridan refiere que en todos los estadios se establece un orden social alternativo (o un desorden, lo que ocurra primero) y en todos los juegos se abre un espacio para relajar la ética y los valores. Argumenta que durante 90 minutos la multitud se arroja el derecho y hasta la obligación de cebar sus frustraciones en la imagen del otro, el diferente. “Masa es poder, claro, pero en el estadio es un poder absoluto, más que en la plaza pública, pues sus recompensas o agravios son comprobables e inmediatos por los rivales”.

El público mexicano vive en una bipolaridad rampante que transita de escuchar un 'Cielito lindo' que estruja el alma, al inefable grito de 'puto'. Sabemos bien que cuando un aficionado le grita 'puto' al portero rival no necesariamente lo hace para reconocer su homosexualidad, la intención pasa más por la de ofender.  

MECÁNICA DEL INSULTO  

Todos hemos insultado y hemos sido insultados en diferentes circunstancias y etapas de la vida y sabemos bien a bien cómo funciona esa dinámica, así que no nos demos golpes de pecho. El sociólogo Juan Carlos Cabrera publicó un excelente artículo en una revista de investigación que lo retrata a la perfección: “El objetivo del insulto es el de rebajar al otro, hacerle saber y sentir que tiene menos valor como ser humano por alguna razón; su poca inteligencia, su apariencia física, su poca valentía, su nacionalidad, etc.... En este sentido, una cosa es reconocer el derecho de una persona a formar parte de un grupo indígena, por ejemplo, pero otra muy diferente es insultarlo al gritarle 'indio'. Lo mismo ocurre con 'puto': "Si insultamos a alguien llamándolo puto, se trate de una persona que se reconozca como heterosexual, homosexual, transexual, etc.., es porque nos parece que el ser puto es algo que le quita valor al ser humano...”.  

Sin embargo, sería también injusto generalizar, estamos ciertos que un gran sector de aficionados ha entendido que seguir con el estúpido grito no tiene ninguna razón de ser, surgen entonces las preguntas que se plantea el sociólogo: ¿es justo castigar a una federación por las acciones de un grupo de aficionados?, ¿debería regularse la conducta de la afición dentro de un estadio? ¿Acaso la FIFA no mantiene una doble moral, castigando el grito, pero premiando con Mundiales a países como Rusia y Qatar con una homofobia rampante?.

PRETEXTOS ESTÚPIDOS 

Todas estas preguntas y cuestionamientos son tan perfectamente validos como inútiles en este momento. Cuestionar por qué si unos si y porque a otros NO, por supuesto que no resolverá la problemática que se tiene encima. Cuando te atrapa el agente de tránsito pasándote un semáforo en rojo, no resolverás tu multa o mordida con el argumento de que otros se lo pasaron antes y no los detuvieron, eso NO funcionara por más razón que tengas. Te multarán a ti, porque ya estás detenido, así el caso de México y el grito, si lo comparamos con el tema de Rusia o Qatar, así funcionan las cosas nos gusten o no, así sean injustas.   

Que la palabra puto tiene mil y un significados, muy cierto ¿Y.…? Eso que sirvió mucho tiempo como argumento de Doña Fede ya caducó y no evitara el severo castigo que Doña FIFA ya advirtió. ¡Que el grito no es homofóbico, que NO es insulto, que es simplemente desmadre! también puede ser cierto ¿Y...? Para el dueño del balón, para el que impone las reglas y castigos sí lo es y punto, así que dejemos de joder, ellos mandan. Es como cuando en casa nuestra santa madre, terminaba una discusión contigo en la que utilizábamos mil argumentos. La frase de ¡Porque lo digo yo y punto! era lapidaria y ponía fin a la discusión, no había poder humano y pretexto alguno para cambiar la decisión de tu progenitora. Pues hagan de cuenta que es lo mismo ahora con Doña FIFA y su amenaza de castigo.  

Ella es la dueña del balón, la que da y quita con o sin razón, con doble o triple moral, así que preocupémonos por lo que está en nosotros resolver, no por el resto. Abandonar a Doña FIFA es una estupidez que terminaría con el negocio del futbol de nuestro país, así que no hay opciones.  

GRITO COMO CASTIGO  

¿Tiene remedio esta situación? ¿Se erradicará el grito ante el anuncio del castigo? ¿Qué hacer? Eran dudas que me asaltaban, por ello pude hablar de estos temas con Sergio Vega, un reconocido sociólogo con doctorado en antropología social, y no, lamentablemente no es muy optimista al respecto. 

“El tema de castigar para suprimir el grito es un tema remedial, pero no la cura del problema. Es un paliativo que podrá, quizá por algún lapso de tiempo esta fuerte amenaza y castigo pueda funcionar y evitar el grito, pero quien puede asegurar que ese mismo público cuando las cosas no le salgan bien a la selección y esté perdiendo algún juego, no utilice el grito de puto para castigar más a su equipo, a la federación. Las sociedades suelen comportarse así, se confabulan en sinergias silenciosas para premiar o castigar, es una condición humana”. 

EL PÚBLICO, UN ACCESORIO 

Vega hizo referencia a escritos de Martín Caparros, donde señala que el estadio es el escenario de un “salvajismo feliz”. Un estadio de futbol es el templo de la catarsis, del desfogue de las emociones buenas y malas. Es un territorio donde por 90 minutos todas las clases sociales conviven y comparten emociones, frustraciones sin problema alguno, pero después del silbatazo final se acaba la tregua. Algo que coincide con la teoría sociológica de Pierre Bourdieu, llamada 'habitus', que hace que personas de un entorno social homogéneo tiendan a compartir estilos de vida parecidos, pues sus recursos, estrategias y formas de evaluar el mundo son parecidas en determinado momento.  

El público en el estadio de hoy en día en la industria del futbol es un accesorio, es solo una parte mínima de los ingresos que se producen, a éste (el público) sí se le puede castigar negándole la entrada, pero no así a las televisoras o a los anunciantes. No es reclamo, así funciona la economía mundial. El problema de la erradicación del grito es una cuestión cultural, que llevará varias generaciones entenderlo y cultivarlo desde la edad temprana fomentando la diversidad, pero esa cura tardará algunas generaciones, hoy buscan un paliativo, nos dijo el doctor en antropología social. 

LA COARTADA 

Pablo Alabarces, escritor y sociólogo argentino, que ha escrito más de ocho libros relacionando al futbol y sus entornos sociales, acuñó una frase que algunos aficionados usan como coartada para delinquir física y verbalmente en los estadios: “En el futbol no se piensa, se siente”. La frase, asegura el escritor, es pronunciada con tanta convicción e intransigencia que clausura cualquier intento de recusación. Algo similar en el fondo sucede con el famoso grito de puto.  

 

 

Ha llegado el momento de que como sociedad demostremos que hemos evolucionado en el comportamiento de estos entornos. Hay quienes aseguran ser aficionados al futbol mexicano y a quienes leo en las redes comentar cosas como: “No importa el castigo de FIFA, los únicos que pierden serán las televisoras” o bien que NO ir al Mundial serviría para 'corregir' a Doña Fede y nuestro futbol.  

LOS DAÑOS 

A todos ellos les tengo noticias. Un castigo para México como en el hipotético caso de no asistir al Mundial ciertamente provocaría un enorme hueco en las finanzas de las televisoras, ya que sin la participación de la selección las ventas publicitarias bajarían más de un 60 por ciento. Sin embargo, lo peor vendría de inmediato en un efecto domino. 

Sin los ingresos que genera un Mundial Doña Fede perdería mucho, los equipos también, pues no habría dinero para repartir como sucede cada año y que saca de apuros. Una NO asistencia a un Mundial equivale a un descenso, los equipos se devalúan, los derechos de televisión también, generalmente viene un desanimo también y la gente se ausenta de las tribunas, la comercialización para los equipos, playeras y uniformes, etc..., no habría dinero para refuerzos en tus equipos, el nivel bajaría aún más.  

EFECTOS COLATERALES 

Sin duda alguna, un castigo de esta índole sería la muerte económica para muchos equipos de todas las categorías: Liga MX, Expansión, Liga Premier, etc..., y todos los negocios y empleos colaterales que vienen de la mano, que van por los puestos de comida, los ambulantes y hasta los 'viene-viene'. La derrama económica que produce el futbol no es solo lo que vemos en la televisión, se mueven miles y miles de empleos informales que sirven de sustento a miles de familias cada semana. Ese golpe después de la inmensa afectación económica de la pandemia simplemente sería devastador.  

No es lo mismo ver un juego del Mundial entre Serbia y Croacia en la casa de tu compadre echando unas chelas, que uno de México contra quien sea ¿o me lo vas a negar? En época del Mundial hasta tu señora que te la hace de jamón porque te la pasas viendo futbol se sienta en la sala, comparte tu chela, y hasta opina con tus cuates y comadres de táctica o estrategia y mienta madres como si fuera una experta.  

Eso genera a favor o en contra la asistencia o no, a un Mundial de futbol de la Selección Mexicana. ¿De verdad sigues pensando que no va a afectar a tu equipo el que México NO vaya al Mundial? ¿Pagar un boleto para gritar puto vale tanto la pena? ¿NO eres capaz de evitarlo? Llego la hora de poner a trabajar al cerebro y no al estómago cuando vayamos al estadio.  

“Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”, Michel de Montaigne.

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