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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Copa Libertadores

2019-11-27 | Luis García
LUIS GARCíA
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Desde hace varios acontecimientos deportivos internacionales, una extraña cofradía conformada por Christian Martinoli, Rodrigo Macías y yo, viajamos a los mismos con la intención de disfrutar tanto del sitio como del evento. A esta nueva odisea se sumó Luis Roberto Alves 'Zaguito', así le digo de cariño.

La parada sería Santiago de Chile, pero debido a las manifestaciones se cambió a Lima. Pues bien, el jueves salimos rumbo a la capital peruana, después de un viaje de más de cinco horas arribamos a una caótica ciudad, el tráfico es una locura, es desquiciante, y miren que conozco de memoria la Ciudad de México, pero la forma tan atrabancada que circulan es digna de una novela de horror, no habíamos salido del aeropuerto cuando sufrimos un tallón en la camioneta culpa exclusiva de nuestro chofer. 

Salimos a cenar al restaurante Central, considerado el número dos de Latinoamérica, y dentro de los cincuenta mejores del orbe, vivimos una fascinante experiencia culinaria, conociendo los sabores de todo Perú, siendo lo más aventurado que comimos piraña, mi platillo favorito fue una navaja inflada con un sabor agridulce que exploté en mi boca.

Al otro día salimos en búsqueda de un poco de cultura, fuimos a la Basílica y Convento de San Francisco de Lima, un maravilloso sitio, con descomunales pinturas e imágenes, así como excelsos recovecos, el más sin duda las catacumbas. Sitio en donde se encontraron restos de cerca de veinticinco mil personas, cientos de los huesos y cráneos están armónicamente colocados como tétrica exposición, fue un ambiguo momento, sombrío pero atrayente a la vez. Salimos de ahí y pasamos a la Catedral en donde están los restos del conquistador español Francisco Pizarro González, que a comienzos del siglo XVI lideró la expedición que iniciaría la conquista de Perú.

Después de ahí sentimos el impulso de equilibrarnos, y nos dirigimos a Miraflores, a la playa, a los acantilados, caminamos por sus calles, compramos algunas cosas para la familia y nos topamos con múltiples aficionados de River Plate que cerraron las calles y empezaron a entonar sus pegajosos cánticos, por fin nos topamos con furor futbolístico y empezamos a sensibilizarnos con la gran Final.

Por la noche intentamos entrar al restaurante Maido, el mejor de Latinoamérica, fuimos echados con elegancia pero contundencia, ya que no teníamos reservación, terminamos cenando una buena pasta en un correcto lugar italiano que se infestó de aficionados de Flamengo. 

Llegó el día, con boletos en mano, cosa que no nos sucede seguido en este tipo de acontecimientos, nos dirigimos al Estadio Monumental de la 'U', eran tales las barricadas que debimos bajarnos de la camioneta y emprender una caminata que duró no menos de cuarenta minutos. Lo emocionante y, por momentos, angustiante fue que íbamos en medio de aficionados de River y de Flamengo, hubo ricos momentos de ansiedad por el posible cruce de insultos que pudieran llevar a algo más, no pasó nada.

Hacía mucho calor, mucha humedad, llegamos empapados a la puerta del inmueble, nos quitaron las gorras y entramos. El estadio estaba completamente lleno, cuando arribamos a las gradas fue como chocar contra una pared por la energía que despedía, cánticos de uno y otro lado, emociones sin control, endulzante alegría, había magia en el ambiente y faltaba una hora para el inicio.

Fue en ese momento de incontrolable locura cuando reflexioné lo majestuoso de la Copa Libertadores, dicha competición posee un color, un sello, un sabor, una identidad, un nivel de tensión que resulta complejo emular. Son partidos que tienen un índice de exigencia brutales, es en estas colosales batallas donde los futbolistas se gradúan, y no importa si ganan o pierden, alguien tiene que estar en el podio y otro abajo, pero el aprendizaje que genera en una tarde, en otros lugares, pueden pasar vidas para igualarlo.

Del juego ya se habló mucho, en lo personal quedé embelesado por ti, Gerson, eres un genio, audaz, técnico y valiente, fuiste de los únicos que cuando estaban siendo sofocados encontraste rutas de escape. Me quedo con la raza y estirpe de River Plate, fueron feroces durante largo tiempo, y del lado de Flamengo me quedo con la necedad de ganar mediante el buen trato a la pelota, de procurar jugar por encima de cualquier tópico, aspecto que pocas ocasiones consiguieron, pero nunca se traicionaron.

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También me quedo con los dos jefes, tú, Marcelo Gallardo, eres un marqués, diste la orden de no quitarse del pecho la medalla de segundo lugar, lloraste, reconociste al rival, pero lo más valioso, reconociste a los tuyos.

Y tú, Jorge Jesús, no alardeaste de más, gozaste con respeto por el caído, y pediste a los tuyos darle la mano a los oponentes, canija maravilla al ser ejemplo que se puede ser exitoso sin ser gritón, ruidoso y poca clase.

Otra de las cosas que me sorprendieron fue cómo en la tribuna se habla exclusivamente del juego, tanto argentinos y brasileños debatían con altura sobre lo que sucedía en la cancha, se habla mucho del partido, no de lo que pasa en la decoración, fue muy grato percatarme de ello.

Salimos y caminamos de vuelta, mi nalgón Martinoli salió devastado, tanto que tuvo que ir a dormir una siesta previo a la cena. Fue en el Osaka, lindo restaurante japonés en donde bebimos pisco sour, solo 'Zague' y yo bebimos la ancestral y gloriosa preparación, tomamos vino verde, ahí sí todos, y cerramos con unos fuertes.

Durante la velada calificamos la vacación y el viaje, siendo yo el más generoso con nueve punto siete, el domingo fuimos a pasear y comimos en la Rosa Náutica, regresamos temprano al hotel, estábamos cansados, no sé de qué, pero lo estábamos.

Concluyó nuestra odisea por tierras peruanas; por cierto, gente extraordinaria, tranquila, seria, respetuosa, tipazas y tipazos. Viajar en grupo es complejo, son voluntades, temperamentos, gustos y manías distintas, pero otra vez utilizaré mi concepto, de que lo único que a esta altura de mi vida puedo decidir es con quien me siento a la mesa a comer, y con ustedes Christian, Macías y Luis Roberto, lo haría un millón de veces.

Gracias por unos fantásticos días de deporte, de comida, de risas, de incordiarnos y de gozo, y de paso aprovecho, gracias vida por permitirme vivir esta grata experiencia.

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