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Opinión

Luis García

El Doctor une el amplio conocimiento deportivo con un estilo propio. Sus geniales comentarios que lo han hecho referente de la TV tienen también su lugar en nuestro diario.

Hugo Hernández, caballero

2022-04-05 | LUIS GARCÍA
LUIS GARCÍA
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Tuve la enorme fortuna de poder conocerte en una etapa temprana de mi formación como futbolista profesional.

Recuerdo como si fuera ayer que después de haber tomado una compleja elección sobre a qué equipo ir, tuve la oferta del América: yo era un furibundo fanático americanista, y de los Pumas; me recibiste tú en el estadio de CU.

Yo venía de un duro fracaso al ir con la Selección Nacional al primer Mundial Infantil en China en 1985, y no haber podido jugar un solo minuto, ni contra Brasil, ni Hungría, ni Qatar. Así que llegaba con severas dudas sobre mis habilidades y futuro en un club profesional de futbol.

Reconociste inmediatamente en mí que tenía grandes falencias de formación, venía de la Liga Satélite, donde entrenaba una o dos veces por semana. Tenía una gran seguridad en mí mismo, pero carecía de fundamentos básicos para jugar a la pelota. Aspecto que tú fuiste regalándome, me tomaste como un proyecto personal.

Me tuviste bajo tu regazo escasos días cuando recién llegué a los Pumas, tú pertenecías a la orbe del primer equipo y yo fui enviado a la reserva profesional.

Mis entrenadores eran Rubén Medina y Carlos 'Sobuca' García, con quienes mantuviste una excelsa relación y comunicación sobre mi situación y la de muchos otros jóvenes con posibilidades de subir.

Vino mi inesperado y fortuito ascenso al primer equipo, se lesionaron los delanteros Marco Antonio Luque, David Patiño y Germán Tello, así que no subí por bueno, subí porque no había nadie más. Y me reencontré contigo y tu inmensa bondad. Y desde ese momento se vino una idílica relación laboral que concluyó con el campeonato en la temporada 90-91 cuando le ganamos al América en CU.

La Semifinal fue contra Puebla, el partido de Vuelta en nuestro estadio, yo metí el segundo gol, y fui corriendo a abrazarte, y no te solté en un largo tiempo, tengo la imagen tatuada en mi alma y mente como si fuera ayer, fue una especie de agradecimiento por todo el tiempo que invertiste en mí. Nuestros caminos se separaron para luego juntarse en las Chivas, tú siendo el auxiliar y el Pepe Grillo de Ricardo Ferretti.

No logramos coronar, ya que perdimos la Final contra Necaxa, y recuerdo perfectamente ese entonces, cuando entramos al vestidor del Estadio Jalisco después de caer, y te me acercaste con categoría y severidad al mismo tiempo, y me dijiste que estabas enojado conmigo porque le cedí la pelota a Alberto Coyote para que cobrara el penalti, no atiné a emitir sonido alguno, tenías toda la razón en estar molesto conmigo. 

Nuestro andar continuó, vaya paradoja, yo ahora siendo tu jefe, eso lo decía el organigrama, nunca lo fui, los contraté a Ricardo y a ti, para dirigir Monarcas Morelia, logramos el máximo de puntos de la franquicia en un torneo corto, y nos echaron en la Semifinal los Tecos, pero otra vez dejaste patente tu enorme preocupación por la formación y educación de los jóvenes.

Partiste de esta dimensión, y es por ello que aprovecho este espacio para poder agradecerte tu paciencia, tu elegante guía, tu docencia, tu necedad para que yo fuera la mejor versión como futbolista y como persona, todas esas sesiones extras terminando el entrenamiento cuando te quedabas conmigo para enseñarme nuevas cosas para poder aplicar en el terreno de juego, el poder fortalecer todos mis fundamentos y hacerme sentir seguro.

Te quise y te respeté enormemente, tú eres uno de los causantes de que yo haya jugado a la pelota de manera profesional, y que hoy lleve más de 20 años metido en la comunicación deportiva de México.

Te recordaré siempre, y por siempre te estaré agradecido. Vuela alto mi querido Hugo, tu enorme chamba acá en lo terrenal permanecerá por siempre mi amigo.

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